Chihuahua (México), 15 sep (EFE).- Ciudadanos de México y Estados Unidos se unen para llevar ayuda, como víveres o artículos escolares, a los tarahumaras o rarámuris, pueblos indígenas del estado de Chihuahua, que afrontan uno de los índices de pobreza más altos del país en medio del regreso a clases.
En muchas localidades rarámuris los niños, que volvieron a clases en agosto, deben caminar varias horas cada día para llegar a sus escuelas por un terreno accidentado y clima extremo, que oscila entre frío y calor.
“Para llegar hasta acá sí está muy difícil porque de ahí donde cortamos el pavimento sí está feo el camino, hay mucha piedra, y para llegar hasta aquí todavía falta una hora para bajar a la escuela”, comentó Yolanda Cruz, maestra de niños rarámuris de la comunidad de Ocochichi, a EFE.
Ante este panorama, comunidades binacionales de la mexicana Ciudad Juárez (Chihuahua) y El Paso (Texas) estadounidense, así como de otros condados de Estados Unidos, se han unido de forma espontánea para brindar apoyo.
Entre los donativos llevan artículos escolares, ropa, bicicletas, zapatos, alimentos y dulces, sobre todo a los estudiantes de educación básica en pueblos como Ocochichi, Rojochique, Legochi y Agua Puerca, todos en la sierra Tarahumara.
“Sí es binacional, nosotros llevamos meses para juntar bicicletas, lo estamos haciendo tres veces al año y luego venimos y las entregamos, por lo mismo, porque hay mucha necesidad y mucho abandono”, aseguró Humberto Fierro, quien viajó desde Colorado (EE.UU.) para sumarse a la iniciativa.
El transporte de las ayudas se realiza en burros por la inaccesibilidad de los caminos, por lo que estos animales se han convertido en el medio de transporte indispensable para llevar suministros a las comunidades aisladas, pues los vehículos no pueden transitar por los senderos abruptos y empinados.
Los niños rarámuris faltan a la escuela para trabajar en el campo, donde ayudan en la cosecha y otras tareas relacionadas, un trabajo esencial para la supervivencia económica de sus familias, pero que interrumpe su educación.
“Ahora, aproximadamente tengo 17 alumnos en total y regularmente asisten de 14 a 15, y ahorita he tenido poca asistencia porque estamos al inicio del ciclo escolar, en el cual muchos padres de familia se van a los reenganches (agrícolas)”, comentó la maestra Sabina Bustillos, quien le habla en su lengua natal a los niños.
Según testimonios locales, los menores recorren hasta 40 kilómetros diarios, a menudo con sandalias o zapatos desgastados.
Además, el invierno se acerca, lo que suele agravar las condiciones de vida, y este año se prevé que la situación sea aun más crítica por la escasez de lluvia, que ha reducido la cosecha y arriesga la seguridad alimentaria de las familias.