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Libro testimonial busca que el hambre de los 90 en Cuba no sea una caricatura

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Miami, 12 ago (EFE).- El escritor e historiador cubano Enrique del Risco afirma que “Nuestra hambre en La Habana”, un libro de testimonio sobre la mayor crisis económica en Cuba, fue escrito para que “esta historia no se quedara en la caricatura” del llamado Período Especial de los años 90, cuando, según mitos urbanos, “la gente comía gatos y frazadas de piso”.

El escritor cubano Enrique del Risco posa durante una entrevista con Efe, el 10 de agosto de 2022, en Miami (EEUU). EFE/ Jorge I. Pérez

“Para muchos, el ‘periodo especial’ fue la experiencia que definió nuestras vidas. Quise escribir cómo se asume aquella debacle, cómo logramos sobrevivir y cómo no nos rebelamos, porque, excepto ‘el maleconazo’, en Cuba se aguantó aquella crisis”, dice a Efe Del Risco, quien presenta este viernes en Miami su volumen.

El escritor cubano Enrique del Risco posa durante una entrevista con Efe, el 10 de agosto de 2022, en Miami (EEUU). EFE/ Jorge I. Pérez

MEMORIAS DE UNA POSGUERRA SIN GUERRA

Según Plataforma Editorial, de Barcelona (España), “Nuestra hambre en La Habana”, publicado este año y actualmente en gira de presentaciones con el autor, es “un libro de memorias personales de esa posguerra sin guerra que en la Cuba de la década de 1990 recibió el curioso eufemismo de ‘Período Especial’.

“En tono tragicómico, el autor describe y explica la debacle que llevó a los gatos y las pieles de plátanos a la condición de manjares, a los cerdos a la de mascotas urbanas criadas en bañeras y a la práctica desaparición del transporte público, la gastronomía y las bebidas alcohólicas”, añade la editorial.

Para Del Risco, profesor de español, literatura y escritura creativa en New York University (NYU), se trata de “una historia contada desde abajo, desde los que lo sufrimos, no desde los que la organizaron”.

Sobre el denominado Período Especial, que a su juicio duró toda una década a partir de la caída del bloque socialista en Europa oriental, este nombre responde a “un eufemismo para ocultar la crisis violenta que hubo, no solo económica, sino política y social”.

“Fue una de las crisis más completas de la historia de Cuba”, donde la gente “se bestializó y ejerció la violencia física sobre el prójimo”, afirma en una entrevista en el Koubek Center, de la universidad Miami Dade College (MDC), donde presenta hoy su obra como parte del programa de la Feria del Libro de Miami.

Ganador en 2018 en España del Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones con “Turcos en la niebla”, Del Risco dice que en aquellos años en que, además de mal alimentada, la gente se movía en bicicleta, “la única opción que presentó Fidel Castro fue pasar hambre hasta que aparezca otro suministrador”. En este caso, Venezuela.

“Para mí duró desde 1990 hasta octubre de 1995 en que me fui, pero duró mucho más; yo creo que el periodo especial por lo menos en su etapa básica llegó hasta el ascenso de Chávez al poder (1998), que empezó a mandar suministros, petróleo y digamos que alivió un poco la situación económica en Cuba”, comenta el autor.

“DESDE WEYLER NO SE VEÍA ALGO ASÍ”

“Hambre era la que pasaba yo todos los días. A nivel social hubo una hambruna como creo no había ocurrido en Cuba desde el tiempo de Weyler”, dice Del Risco.

El cubano se refiere a la “reconcentración” en campos cercados del general español Valeriano Weyler, llevada a cabo para aniquilar militarmente el levantamiento independentista cubano de 1895 y que costó muchas vidas por hambruna.

Los síntomas de hambruna en este largo período fueron muy claros, tanto en el descenso del peso corporal de los cubanos como en todas las enfermedades asociadas a estas circunstancias que aparecieron, como “el escorbuto, el beriberi, la polineuritis”, afirma Del Risco.

Aunque escribió una parte amplia de “Nuestra hambre en La Habana” en clave de humor, “para recordar el pasado”, ahora el libro “se ha convertido en una especie de ‘déjà vu'”.

“Sobre todo después del 11 de julio (de 2021), que fue mucho más masivo que ‘el maleconazo’ del 5 de agosto de 1994. El 11 de julio le ha permitido al régimen mostrarse en toda su brutalidad, algo que trató de disimularlo en el 94”, subraya.

El escritor no oculta que el título juega con el de la famosa película británica-estadounidense “Nuestro hombre en La Habana” (1958), que aborda la vida de un espía británico en la isla caribeña, y acota que, aun así, su libro trata de una realidad nacional.

En el capítulo “Breve curso para entender el hambre”, aborda, según explicó, cómo el cuerpo responde a las pequeñas cantidades de comida que se ingieren.

“Uno se daba cuenta de que, por ejemplo, el maíz mitigaba muy poco el hambre, que el arroz lo aguantaba un poquito más, que la papa era más o menos como el arroz y que la carne, en las pocas veces que llegó, te daba un nivel de energía diferente. Es una experiencia común a todos los que hemos pasado mucha hambre”, detalla.

En su opinión, “el gran problema del desastre cubano ha sido la indolencia del mundo, para decir lo menos”.

“También está la complicidad ideológica y política con el régimen cubano, que en aquel momento lo vieron como el último reducto de la utopía”, denuncia el escritor.

Por ello, enfatiza, “es injusto y falso achacarle al embargo (estadounidense) las penurias cubanas”.

“Existen estudios médicos que dicen que los cubanos se volvieron más saludables durante el periodo especial porque redujeron el consumo de grasas, sin pensar en toda la gente que murió”, lamentó el autor.

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