Ciudad de México, 17 dic (EFE).- El embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, subrayó este martes la necesidad de una relación sólida entre ambas naciones, destacando que “el pueblo de México merece vivir sin miedo”, un derecho fundamental que comparten los ciudadanos de ambos países.
“El pueblo de México merece vivir sin miedo, el pueblo de los Estados Unidos tiene también ese derecho. Entonces yo tengo un optimismo, que ya tenemos una base buena y hay mucho trabajo que hacer y lo vamos a hacer”, aseguró el diplomático estadounidense.
Salazar habló de la relación entre ambos países durante la inauguración de la nueva y moderna embajada estadounidense en la Ciudad de México, donde enfatizó la estrecha vinculación económica, política y social entre Estados Unidos y México, al tiempo que confió en el futuro de la relación bilateral.
Según Salazar la nueva embajada, que forma parte de una inversión total de 2.000 millones de dólares en México, será el recinto diplomático estadounidense más grande en el mundo y el cual no solo busca fortalecer los lazos diplomáticos, sino también avanzar en los retos conjuntos que ambos países enfrentan, como la seguridad, el comercio, la migración y el cambio climático.
El diplomático, quien mencionó que la relación entre ambos países “será para siempre”, subrayó la importancia de resolver juntos los problemas que afectan a las dos naciones, mientras que descartó cualquier posible afectación al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), así como para los beneficios del comercio en Norteamérica.
El embajador también expresó su optimismo respecto a la evolución de la relación bilateral, destacando la interdependencia económica y comercial entre ambos países.
México es uno de los principales socios comerciales de Estados Unidos, y ambos países comparten desafíos comunes que requieren una respuesta unificada, como la lucha contra el tráfico de fentanilo y la violencia organizada.
En este sentido, Salazar insistió en la colaboración entre México y Estados Unidos, pues señaló que persiste una percepción de que “hay una relación bilateral en crisis, una frontera descompuesta, una migración desordenada y una inseguridad profunda”.