Washington, 27 mar (EFE).- El Banco Mundial (BM) alertó este lunes de que si la crisis bancaria se extiende podría desembocar en una desaceleración “mucho más aguda” del crecimiento global, que bajaría todavía más el “límite de velocidad” de la economía mundial.
“Cuando piensas en las consecuencias de estos episodios sobre el crecimiento potencial, lo que sabemos es que la desaceleración podría ser mucho más aguda”, apuntó este lunes en una conversación con medios el economista jefe del departamento de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones, Ayhan Kose.
El Banco Mundial presentó hoy el informe “Caída de las perspectivas de crecimiento a largo plazo: tendencias, expectativas y políticas”, en el que alerta de que el “límite de velocidad” de la economía global, es decir, la tasa máxima a largo plazo a la que puede crecer sin provocar inflación, se desplomará a un mínimo de tres décadas para 2030.
Aunque el informe fue elaborado antes del comienzo de la crisis desatada por la caída del Silicon Valley Bank estadounidense hace dos semanas, ya hablaba de posibles crisis bancarias sistémicas que “reducen crecimiento potencial a mediano plazo”, afirma el informe.
“Estamos siguiendo de cerca la evolución del sector bancario. A principios de año, publicamos nuestro informe Perspectivas de la economía global y notamos que cuando las tasas de interés suben, hay consecuencias”, explicó Kose.
Así, los períodos de rápido aumento de las tasas de interés “se han asociado con estrés financiero” que “en algunos casos se traduce en una crisis financiera absoluta”.
“La incertidumbre actual en el sector bancario se produce en un momento en que el aumento de las tasas de interés y el endurecimiento de las condiciones financieras tienen implicaciones significativas para las economías en desarrollo, ya que aumentan el costo de refinanciación para los prestatarios corporativos y soberanos en las economías en desarrollo de mercados emergentes”, agregó.
El informe del Banco Mundial ofrece la primera “evaluación exhaustiva” del organismo sobre las tasas de crecimiento potencial a largo plazo tras la pandemia de COVID-19 y la invasión rusa de Ucrania.
Documenta que casi todas las fuerzas económicas que impulsaron el progreso y la prosperidad durante las últimas tres décadas se están desvaneciendo.
Como resultado, entre 2022 y 2030 se espera que el crecimiento promedio del PIB potencial mundial disminuya en aproximadamente un tercio de la tasa que prevaleció en la primera década de este siglo, hasta el 2,2% anual.
Para las economías en desarrollo, la caída será igualmente pronunciada: del 6 % anual entre 2000 y 2010 al 4 % anual durante el resto de esta década. Estas caídas serían mucho más pronunciadas en caso de una crisis financiera global o una recesión, alerta el BM.
“Se necesita un impulso político ambicioso para fomentar la productividad y la oferta de mano de obra, impulsar la inversión y el comercio, y aprovechar el potencial del sector de servicios”, señala el informe.
En opinión del economista jefe y vicepresidente senior de Economía del Desarrollo del Banco Mundial, Indermit Gill, “se podría estar gestando una década perdida para la economía mundial”.
“La disminución en curso en el crecimiento potencial tiene serias implicaciones para la capacidad del mundo para enfrentar la creciente variedad de desafíos exclusivos de nuestro tiempo: pobreza persistente, ingresos divergentes y cambio climático”, señaló.
Sin embargo, “esta caída es reversible” y “el límite de velocidad de la economía mundial se puede aumentar mediante políticas que incentiven el trabajo, aumenten la productividad y aceleren la inversión”.
De esta manera el crecimiento potencial del PIB se podría impulsar hasta en 0,7 puntos porcentuales (a una tasa promedio anual de 2,9 %) y convertiría una desaceleración esperada en una aceleración del crecimiento del PIB potencial global.
Entre las recomendaciones del banco de desarrollo para los gobernantes está la formulación de políticas que controlen la inflación, garanticen la estabilidad del sector financiero y reduzcan la deuda, así como realizar un aumento de la inversión en áreas como el transporte, la energía o la agricultura “alineadas con los objetivos climáticos”.
También reducir los costos comerciales, en su mayoría asociados con el envío, la logística y las regulaciones o capitalizar los servicios para que este sector se convierta en el nuevo motor del crecimiento económico.