Washington, 18 abr (EFE).- El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) dieron este lunes el pistoletazo de salida a su reunión anual de primavera, que ambos organismos encaran con preocupación ante las perspectivas de una economía marcada por la alta inflación y la guerra en Ucrania.
En su presentación del evento, el presidente del BM, David Malpass, mostró su “profunda preocupación” por lo que la subida de precios representa para los países en vías de desarrollo, especialmente en sectores como la energía, los fertilizantes y los alimentos.
Malpass lamentó un escenario macroeconómico en que la inflación, unida a la guerra en Ucrania y a la persistencia de la pandemia de covid-19, están “rebajando todavía más las tasas de crecimiento económico y aumentando las cifras de pobreza”.
En este sentido, su colega al frente del FMI, Kristalina Georgieva, ya adelantó la semana pasada en su tradicional discurso previo a la asamblea, que el organismo ha rebajado las previsiones de crecimiento de 143 países, lo que supone un impacto sobre el 86 % del Producto Interior Bruto (PIB) mundial.
Durante la jornada de este lunes, todas las intervenciones de economistas y altos funcionarios se percibieron empañadas de pesimismo con respecto al futuro de la economía, aunque las cifras específicas y detalladas por países no se conocerán hasta mañana.
Pese a la esperada caída generalizada de las previsiones, desde el FMI aseguran que la mayoría de países seguirán en territorio positivo.
MALALA, INVITADA DE HONOR
Georgieva empezó este lunes su ajetreada agenda con un diálogo virtual sobre mujeres, economía y educación con la activista paquistaní por los derechos de las niñas y Premio Nobel de la Paz 2014, Malala Yousafzai.
Durante la conversación, Yousafzai -conocida por su nombre de pila, Malala- pidió a los países ricos invertir más dinero en la educación de las niñas de las naciones en vías de desarrollo, especialmente tras el impacto causado por la pandemia de covid-19.
“Sabemos que existe una gran brecha en financiación para la educación entre los países ricos y los países pobres. Los donantes (contribuyentes netos al FMI) deberían aumentar su financiación de la educación, especialmente de las niñas, en los países pobres”, dijo Malala ante la directora gerente del FMI.
La activista también planteó a los países ricos condonar la deuda o al menos “hacer excepciones” con los países pobres para que sus obligaciones financieras no les impidan dedicar recursos a la educación de las niñas.
Entre las inversiones que Malala propone, está la de garantizar el acceso a tecnologías para que las niñas de países en vías de desarrollo puedan asistir a clases virtuales.
La activista, que alcanzó la fama hace una década, se graduó en la Universidad de Oxford (Reino Unido) en 2020 y se casó el año pasado.
Por su parte, Georgieva respondió que ella comparte la misma pasión que Malala cuando se trata de la educación de las niñas, y aseguró que esto es algo que trata de trasladar en sus interacciones con los ministros de Finanzas de todo el mundo.
IMPUESTOS A LOS BENEFICIOS “EXCESIVOS”
La asamblea también comenzó con la presentación de un informe en que expertos del Fondo propusieron subir temporalmente los impuestos a las compañías que tienen beneficios “excesivos” a causa de la pandemia para ayudar a “reducir la carga” que suponen las ayudas públicas a los Gobiernos.
“El principio general de las finanzas públicas es que debes encontrar dónde están los recursos e intentar compensar a quienes más sufren”, dijo en respuesta a una pregunta de Efe el economista del Fondo Jean-Marc Natal, uno de los autores del informe, en una rueda de prensa virtual.
Según Natal, las características propias de una crisis como la causada por la pandemia hicieron que mientras unas compañías en determinados sectores sufrían duras consecuencias, otras -como el comercio electrónico o las firmas tecnológicas- lograsen pingües beneficios.
La idea, por tanto, es que estas empresas que durante dos años se han beneficiado con la pandemia paguen un impuesto adicional y temporal que sirva para compensar a las más perjudicadas.
“Esto es algo que ya se ha hecho en otras ocasiones en el pasado, como por ejemplo después de guerras, y es una forma de redistribución”, remachó el economista.