Ciudad de México, 14 oct (EFE).- A Claudia Rosas el teatro le devolvió las ganas de vivir después de haber pasado parte de su vida en reclusión en la capital mexicana, y tras enfrentar la hostilidad de la libertad encontró en la Compañía Teatral de Personas Liberadas una nueva oportunidad de vida.
“Yo me quería morir, yo ya no quería vivir, estaba pensando en qué momento, y Dios me mandó a un ángel, que es Arturo Morell (director de la compañía) y me sacó de esa depresión, de esas ganas de ya no vivir y fue renacer como un ave fénix”, relata Rosas en una entrevista con EFE.
Claudia junto con otra treintena de mujeres ahora es parte de la obra “Alquimia y Transmutación: Mujeres presas dentro y fuera de una cárcel”, una obra de teatro que se presenta cada viernes de octubre en La Nana-ConArte, en el centro de la capital mexicana.
La pieza explora las experiencias de mujeres que han sido privadas de la libertad y los diferentes tipos de cárceles que existen.
“Son historias muy contundentes sobre la vida de las mujeres en reclusión y sobre cómo el teatro y la cultura transforman estas historias de las mujeres que han vivido una etapa de su vida privadas de la libertad física”, explica Morell a EFE.
UN ARTE LIBERADOR
En México hay más de 12.000 mujeres en los centros penitenciarios, según el Cuaderno de Información Estadística Penitenciaria Nacional del Gobierno.
La obra “Alquimia y Transmutación”, escrita y dirigida por Morell, actual director del Instituto de Reinserción Social de la Ciudad de México, se realiza fuera de la cárcel por las mujeres que forman parte de la Compañía Teatral de Personas Liberadas.
Pero también mantiene funciones dentro del Centro Femenil de Reinserción Social Santa Martha Acatlitla, presidida por las mujeres de la Compañía Teatral de Personas Privadas de la Libertad.
“El objetivo es que sea exactamente la misma obra para que las chicas que están ensayando y dando funciones dentro en el momento en que salgan en libertad se presenten fuera”, menciona.
Hasta ahora dicho objetivo se ha cumplido en cuatro ocasiones y, confiesa, esa parte del proceso es el más satisfactorio de su trabajo.
“Me da gusto cuando las conozco en reclusión y luego las recibo en libertad, no solamente es ir a abrazar a la persona como funcionario, sino como ser humano, ser testigo de su transformación y verlas libres me da satisfacción, creo que estás contribuyendo a mejorar el mundo”, comenta.
VIVIR LA CÁRCEL SIENDO MUJER
Según Morell, el apoyo a las mujeres que han perdido su libertad es fundamental debido a las situaciones de vulnerabilidad a las que se enfrentan por su género.
“La posición de la mujer en reclusión es más abandonada, al hombre en reclusión le perdonan muchas cosas y lo visitan la mamá, el papá, la esposa, los amigos, el compadre, pero a la mujer no le perdonan que esté en reclusión, independientemente de que sea culpable o inocente”, argumenta.
Aunque las mujeres son el 5 % de la población penitenciaria, 8 de cada 10 reportan ser víctimas de tortura y un tercio de ellas padece tortura sexual, según datos de la Secretaría de Gobernación (Segob).
Morell opina que el estigma en torno a la gente que ha estado en la cárcel es una grave problemática que no permite que estas personas retomen fácilmente su vida.
La misma Claudia confiesa que una vez obtenida su libertad rondaban entre sus pensamientos el deseo de querer volver a la prisión, por la falta de sensibilidad y apoyo del mundo exterior.
“Sales y ya no checas (encajas), te sientes como bicho raro y te dan ganas de regresar, porque te trataban mejor, pero me ha tocado pensar en cuántas mujeres están adentro que quieren salir y una quiere regresar”, admite Rosas.
Por ello, Morell pide “generar las condiciones para que la gente llegue a reclusión con una cultura de deportes y salud, para que no tenga que estar en una posición de cometer un ilícito”.
También recalca que se tiene que entender que aquellas personas que han salido de la cárcel después de pasar su condena ya han pagado a la sociedad y que cuando la libertad llega a personas que injustamente habían estado encerradas, el apoyo debería ser aún más vital.
“Tenemos que dar la oportunidad de que se reintegren”, remarca.
Por ello, celebra también que en los últimos meses 70 mujeres hayan conseguido su libertad gracias al “Programa de liberación de mujeres”, implementado por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
“Acercarse al teatro es volver a nacer”, finaliza Claudia.