Washington, 27 jun (EFE).- El acuerdo firmado este viernes entre Ruanda y la República Democrática del Congo pone fin a tres décadas de combate entre ambos países, pero también facilita a Estados Unidos, que ha mediado en la negociación, acceso a minerales críticos en la región.
Ruanda y la República Democrática del Congo (RDC) estuvieron representados por sus ministros de Exteriores, Olivier Nduhungirehe y Thérèse Kayikwamba Wagner, que rubricaron el pacto en presencia del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, y que posteriormente se reunieron con el presidente de EE.UU., Donald Trump.
En estas negociaciones, cuyo resultado ha sido bautizado como el Acuerdo de Washington, también ha mediado Catar.
El documento subraya el compromiso a promover el pleno respeto de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario y su determinación para fomentar activamente la paz duradera, la estabilidad y el desarrollo económico integrado en toda la zona y para prevenir la reanudación de las hostilidades que puedan perjudicar el proceso de paz.
Sus términos estipulan el respeto por la respectiva integridad territorial, una resolución pacífica de las disputas, la prohibición de actos hostiles y a un apoyo a ese tipo de actos o a grupos armados.
Ambas partes también se comprometen a proteger a los civiles y al personal humanitario facilitando su libertad de movimiento, y acordaron que cualquier potencial reintegración de combatientes a las fuerzas armadas congoleñas y a la policía nacional de ese país se efectuará de forma “rigurosa, individualizada y condicional”.
El pacto, que entra en vigor de forma inmediata, contempla la creación en un plazo de 30 días de un “mecanismo conjunto de coordinación en seguridad” para promover la estabilidad y el desarrollo regionales.
Asimismo, Ruanda y la República Democrática del Congo, con apoyo de agencias de las Naciones Unidas, de la comunidad internacional y de otros órganos humanitarios destacados, apuestan por facilitar la vuelta segura de los refugiados y de los desplazados internos, así como la entrega de ayuda humanitaria.
El texto manifiesta su determinación para apoyar la Misión de Estabilización de la ONU en territorio congoleño (Monusco), y en un plazo de tres meses coinciden en lanzar un marco de integración económica regional que se apoye en los esfuerzos existentes.
Se espera que dicho marco sea utilizado para expandir el comercio exterior y la inversión derivada de las cadenas regionales de suministro de minerales críticos e introducir una mayor transparencia, lo que garantizará el bloqueo de las vías económicas ilícitas.
El objetivo es que las dos partes obtengan una mayor prosperidad, “especialmente para la población de la región”, de los recursos naturales de la región mediante asociaciones mutuamente beneficiosas y oportunidades de inversión.
Trump no ofreció este viernes muchos detalles sobre el beneficio esperado para su país, pero sí adelantó que Estados Unidos conseguirá “muchos de los derechos de los minerales del Congo”, necesario para la industria tecnológica y en un momento en que tanto su país como China compiten por conseguir una mayor influencia en África.
El texto detalla que se establecerán o utilizarán auditorías económicas independientes y mecanismos anticorrupción para monitorear la cadena de suministro de minerales, los proyectos de infraestructuras y cualquier futuro pacto económico.
Desde 1998, el este de la RDC está sumido en un conflicto alimentado por milicias rebeldes y el Ejército, a pesar de la presencia de la Monusco.
El conflicto se intensificó a finales del pasado enero, cuando el grupo rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23), que combate en el este congoleño y cuenta con el apoyo de Ruanda, tomó control de la estratégica ciudad de Goma, capital de la provincia de Kivu del Norte, y después ocupó en febrero Bukavu, capital de la vecina Kivu del Sur, ambas zonas ricas en minerales.
El pacto alcanzado coincide en que cualquier disputa que surja de su implementación debe resolverse de forma amistosa mediante la mediación del Comité Conjunto de Vigilancia cuando cualquiera de las dos partes lo solicite.
Tanto la ministra congoleña como el titular ruandés afirmaron este viernes que este acuerdo es solo el punto de partida, no el objetivo final.
“Hoy hemos elegido la paz. Lo importante ahora es protegerla y demostrarle a nuestro pueblo y al mundo que, incluso en una región marcada por profundas cicatrices, la dignidad y la cooperación pueden prevalecer”, subrayó Kayikwamba Wagner, mientras que su homólogo apuntó que lo firmado exige no solo compromiso, sino también la “valentía” de llevarlo a cabo.