Nueva York, 7 abr (EFE).- Centenares de católicos, en su mayoría inmigrantes latinos, recorrieron este viernes las calles del condado neoyorquino de El Bronx con una recreación en vivo de la pasión de Jesucristo, en la que no faltaron las lágrimas de algunos creyentes.
Feligreses de la iglesia del Sagrado Corazón, ubicada muy cerca del popular estadio de los Yankees y enclavada en una comunidad de inmigrantes, demostraron su fervor en el día en que la Iglesia católica observa el Viernes Santo, pero también sobresalieron sus habilidades para la actuación.
En esta procesión de Semana Santa, para la que se preparan por lo menos tres meses, no faltó ningún personaje, desde Poncio Pilatos, María, la madre de Jesús, Verónica (que limpió el sudor y sangre de su rostro), soldados, y Jesús, al que dio vida por cuarta ocasión Héctor Delgadillo, otro residente de la comunidad, y todos con vestuarios de la época.
“Para mi esto es algo de mucho amor para Jesús. Es algo que siento en el corazón, lo que Jesús sufrió por nosotros, lo que sacrificó”, dijo a EFE Delgadillo poco antes de comenzar la procesión, que partió de la parroquia.
A su paso por las calles con cantos religiosos, y con paradas para representar cada una de las 14 estaciones del viacrucis, -en español e inglés- residentes salían de los negocios o de sus casas y con fervor observaban en silencio la dramatización.
No faltaron los azotes, empujones y gritos de los soldados a Jesús de “camina, muévete” mientras cargaba la cruz sobre sus hombros, escenas que arrancaron lágrimas a algunos feligreses.
De acuerdo con el párroco, el dominicano José Cruz, la procesión se ha realizado durante 25 años organizada por los feligreses, una comunidad compuesta en su mayoría por puertorriqueños y dominicanos y más recientemente ecuatorianos, venezolanos, haitianos y un gran auge de africanos.
Destacó que éste es un día importante en que se “valora el sacrificio de Jesús, y cómo ese sacrificio sigue estando vivo en los inmigrantes, en cómo encontrar la fuerza para seguir adelante”.
La comunidad a la que sirve, agregó, “es un pueblo trabajador, con dos y tres empleos para llevar comida a su casa, una comunidad vibrante, que sufre, pero que tiene esperanza”.
La procesión culminó con la crucifixión de Jesús en una abarrotada iglesia y entre los feligreses estaba la mexicana Guadalupe Rojas, acompañada de sus hijos y hermana.
“Es la segunda vez que vengo por mi fe. Estamos en Semana Santa y es una tradición que se está perdiendo”, dijo a EFE Rojas, quien espera volver el próximo año.