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Yeshi Kassa, bisnieta de Haile Selassie, explora el legado del último emperador africano

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Los Ángeles (EE.UU.), 14 jun (EFE).- La etíope Yeshi Kassa, bisnieta del emperador africano Haile Selassie, estudiaba en un internado británico cuando su dinastía familiar fue depuesta a sangre y fuego en 1974, poniendo fin a la hegemonía de una realeza que gobernó durante tres mil años la antigua Abisinia.

Más de cuatro décadas después, a la hija de la princesa Seble Desta aún le rondaban por la cabeza muchas preguntas acerca del golpe de Estado perpetrado por la junta militar -bautizada como Derg-, quién fue realmente su bisabuelo o cómo se comportaba éste en la intimidad.

El documental “Grandpa Was an Emperor”, disponible en Apple TV y Amazon, es el resultado audiovisual de un proceso de introspección por parte de Kassa (Adís Abeba, 1962) que comenzó en 2015, le llevó a viajar a Reino Unido y Etiopía -entre otros países- y contó con la coproducción ejecutiva de la artista británica Cynthia Erivo.

Tafari Makonnen (1892-1975), nombre real del también conocido como ‘Rey de Reyes’ o ‘León Conquistador de la Tribu de Judá’, ocupó el trono imperial de Etiopía desde 1930 hasta 1974, aunque el lustro que abarcó desde 1931 a 1941 se exilió en la ciudad británica de Bath a causa de la invasión de las tropas italianas de Benito Mussolini.

“No había nada escrito sobré la violencia que usó la junta militar contra mi bisabuelo, mis padres o mis tíos. Eso me enfadaba porque era una parte de la historia que estaba sin contar, más allá de que fueran mis familiares”, introdujo Kassa en una entrevista virtual con EFE desde un humilde apartamento neoyorquino alejado de cualquier signo de ostentación.

Muy atrás quedaron los años de su infancia, en los que podía juguetear con guepardos en los jardines del palacio nacional sin reparar en que su bisabuelo era “la persona más influyente de la historia de África”, capaz de derrotar al fascismo italiano, ser un pseudo Dios para los rastafaris y codearse con la reina Isabel II.

BOB MARLEY, UN PERSONAJE CLAVE PARA HAILE SELASSIE Y PARA KASSA

“Parece surrealista pero es así, yo tuve que crecer para darme cuenta de quién era él verdaderamente. Para mí, siempre fue ‘el bisabuelo’, desde el lado más personal de la palabra”, detalló con una media sonrisa que le llevó directamente a pronunciar el nombre de Bob Marley.

“Él (Bob Marley) fue una de las personas más importantes que han pasado por mi vida. Despertó en mí ese interés por el legado de mi bisabuelo”, añadió.

Y es que el cantante y compositor jamaicano se declaró ferviente seguidor del movimiento rastafari, que toma su nombre de la palabra ‘Ras’ (jefe) y el apellido Tafari, y promovió con entusiasmo la idea de panafricanismo que sostenía el mismo emperador, considerado una suerte de mesías por sus devotos.

Llegando incluso a protagonizar la portada de la Revista Time en 1930, Haile Selassie se convirtió durante las siguientes décadas en un personaje ilustre -con estrechos vínculos con políticos como Winston Churchill o John F. Kennedy-, pero cuyo mandato mantenía a gran parte de su país sumido en la pobreza extrema.

LA CARA B DE SELASSIE: DOMINIO FEUDAL EN UNA ETIOPÍA EMPOBRECIDA

Bajo el dominio feudal propio de un monarca absolutista, el ‘Rey de Reyes’ atesoraba una fortuna que, según algunos historiadores, pudo superar los mil millones de la época. Una situación que acabó explotando después de que en 1974 se produjera una sequía que supuso miles de muertos en provincias remotas del país.

“No soy objetiva cuando hablo sobre esto porque siento que cualquier crítica sería una traición a mi familia. Sin embargo, ahora soy consciente de que, como parte de un sistema feudal, mi bisabuelo también hizo muchas cosas mal”, zanjó con rotundidad Kassa en declaraciones a EFE.

La revolución que tumbó a Selassie en septiembre de 1974 fue ejecutada por Mengistu Haile Mariam, un teniente coronel que lideraba a un grupo militar de izquierdas y que apresó en el palacio nacional al monarca, quien apenas un año después fue asfixiado allí mismo con una almohada.

“Fue una rebelión contra el feudalismo llevada a cabo por estudiantes educados en el extranjero y que crecieron con las ideas que extendían figuras como Fidel Castro”, expresó la bisnieta de Haile Selassie, quien asemejó el régimen de Mengistu con el sangriento sistema de Pol Pot y los Jemeres Rojos en Camboya.

Uno de los episodios más cruentos de la junta militar etíope, que retuvo el poder hasta la formación de la República Democrática Popular de Etiopía en 1987, fue el llamado ‘Sábado Negro’, la ejecución de 60 exfuncionarios del anterior gobierno en una prisión conocida popularmente Alem Bekagn (Adiós al mundo).

“La masacre de esas 60 personas no fue la única. Casi todo el mundo perdió a alguno de sus seres queridos durante la revolución. Nosotros (la familia de Haile Selassie) no fuimos la excepción, sino la norma”, culminó Kassa.

Casi 48 años después de la muerte del último emperador de África, la sociedad etíope sigue dividida acerca de su legado, mientras que millones de retratos, banderas y hasta monedas con la cara de Haile Selassie continúan emocionando a africanos y afroamericanos alrededor del mundo, desde Jamaica o Guatemala hasta Ghana o Kenia.

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