Baltimore, 30 mar (EFE).- Los fines de semana de Maynor Suazo eran para su familia. De lunes a viernes, trabajaba reparando baches en carreteras y autopistas, una labor que solo se puede hacer cuando los demás duermen. Los días libres, llamaba a despertar a su hermano Carlos: “¿Qué hacés, vos? ¿Pa dónde nos vamos?”. Un parque, un río o un asado. La cuestión era armar un plan y disfrutar del tiempo juntos.
Este pasado domingo, la idea fue un almuerzo en casa de Maynor. Los dos hermanos, migrantes hondureños radicados en EE.UU., contaron chistes, comieron y escucharon música. A la hora de irse, Carlos abrazó a su hermano, que lo despidió con un “ahí te veo, loco”.
El martes en la madrugada, sobre las cinco, la esposa de Maynor, Berenice, levantó a Carlos con un aviso que cambió sus planes de vida y los de toda su familia: su hermano fue uno de los seis obreros que estaban trabajando en el puente Francis Scott Key, en Baltimore (Maryland), cuando colapsó sobre el río Patapsco, después de ser embestido por un buque de carga.
Desde ese momento, aseguró el hombre en una entrevista a EFE, no ha dormido y solo tiene un objetivo en mente: saber dónde está el cuerpo de Maynor. “Nos vamos a sentir descansados si tenemos el cuerpo. Si sigue desaparecido, eso va a ser lo peor para nosotros”, explicó el hombre de 51 años, grandes ojos cafés y manos ásperas.
Tras haber encontrado los cadáveres de dos de los seis trabajadores, las autoridades pausaron temporalmente los esfuerzos de búsqueda el pasado miércoles para poder seguir retirando los escombros.
Una vez se levante el material suficiente como para que la zona sea segura de nuevo, los buzos retomarán la labor de inspección para recuperar los cuerpos de los cuatro que siguen aún desaparecidos, pero se dan ya por muertos, según indicó el viernes el gobernador de Maryland, Wes Moore.
Todos estos días, que para Carlos se funden el uno con el otro, el hondureño ha presionado a las autoridades para que lo mantengan al tanto e incluso consiguió que lo montaran en uno de los barcos de rescate y le permitieran acercarse al área del accidente.
Junto con la esposa de Maynor, que ha estado en casa con sus dos hijos – de 18 y 6 años- filtran la información y la comparten con sus familiares en Honduras, donde viven sus otros 6 hermanos, sus sobrinos y su mamá. Su papá falleció hace un año y estaban justamente preparándose para honrar su muerte cuando sucedió el accidente.
“Detrás de nosotros está toda una familia y quiero que ellos sientan la confianza de que yo estoy haciendo lo que pueda para investigar qué pasó”, contó Carlos.
Esa conexión entre aquí y allá, que ahora acrecienta la tragedia, era muy importante para Maynor, quien llegó a EE.UU. hace más de 18 años. “Se la pasaba buscando descuentos, para ver qué podía comprar y mandar para Honduras”, señaló su hermano.
Su sueño, tras años de trabajo y de emprender en la llamada tierra “de las oportunidades”, era volver a su natal Azacualpa, al noreste del país, y envejecer allá con su esposa y sus hijos.
Le gustaba la fiesta, pinchar música y estaba pendiente de lo que necesitaran los demás. “Era un tipo alegre; de buen corazón, agradable y dulce”, enfatizó Carlos.
Una vez encuentren a su hermano, subrayó, él no tiene mucho que hacer acá, aunque está agradecido con todo lo que le ha dado este país.
La duda que le ronda la cabeza, y que espera se resuelva conforme avanza la investigación del accidente, es por qué no se logró avisar a tiempo al grupo de trabajadores que estaba en el puente. “La tragedia hubiera sido menos, si hubiera habido comunicación”, subrayó.