Nueva York, 20 sep (EFE).- Una bienal de arte palestino coronada por el ‘Gaznica’, una humilde versión del ‘Guernica’ pintada bajo las bombas en Gaza, se ha instalado en Nueva York hasta finales de año para acercar al público de Estados Unidos el horror de la guerra desatada hace cerca de dos años el territorio palestino.

“Esto no es un evento cultural”, reivindica una de las artistas, Fatema Abu Owda, en el texto que introduce al público en el “pabellón” norteamericano de esta bienal descentralizada, y que contiene obras de 25 artistas de Gaza que han estado “trabajando durante un genocidio, según sus propias palabras.

La muestra que ocupa la galería de la entidad artística Recess, en Brooklyn, es reducida pero lo suficientemente grande para estremecer con las historias de violencia, desesperación y trauma que trasmiten las obras y los comentarios de sus autores sobre la vida y la muerte en el enclave atacado por Israel.
En una pared luce el ‘Gaznica’, un textil del artista Firas Thabet, en el que una mujer con el pañuelo palestino observa llorando un entramado de edificios vacíos, rodeado por algunos elementos de la obra maestra de Picasso como la bombilla, la madre con su bebé muerto y la figura con el quinqué.
Un letrero indica que Thabet pintó el cuadro este año “bajo bombardeos incesantes” y quiere que sirva como un recordatorio de “la catástrofe contra la que advertía” el pintor español, y también como “símbolo de la capacidad del arte para defender la humanidad a escala global”.
Los artistas comenzaron el proyecto en abril de 2024 y han recibido respaldo del palestino Museo Prohibido de Jabal Al Risan, que les ha ayudado a reproducir digitalmente buena parte de estas obras para llevarlas a una bienal global que tiene otros “pabellones” en Grecia, Francia o España.
Se puede así hojear la libreta de bocetos de Suhail Salam, en la que su trazo tembloroso y caótico dibuja figuras agazapadas en color negro a las que añade detalles, como flores o heridas, en rojo sangre, una “historia visual de la miseria” que, cuenta, “había encerrado en mi mente”.
Es difícil no sentir escalofríos ante las vivencias que expresan los artistas, especialmente aquellos que se enfocan en los niños palestinos muertos, como Mosaab Abusall y Osama Husein Al Naqqa.
Abusall, un saudí que trabajó como profesor en escuelas de la ONU y en la universidad, expone una ilustración digital en la que unas cabezas de muñeca se amontonan en el suelo, con sus facciones bañadas por la luz anaranjada de un atardecer en el que se recorta el perfil de los tanques.
En su texto, expresa el doloroso “eco de las voces que llaman desde debajo de los escombros”, y cuenta que siempre ha dibujado muñecas por su inocencia, pero estas “han quedado desfiguradan por la fealdad de las máquinas de la guerra”, y ahora representan los “fragmentos” de personas que ha visto.
Al Naqqa, por su parte, dibujó en su teléfono celular una imagen en blanco y negro de dos manos que sujetan la cabeza de un niño, y en la que transmite la “tensión entre intentar preservar la vida y confrontar la dura realidad de la pérdida irreversible”, explica.
Hay artistas mujeres, como Yara Zuhod y Alaà Alshawa, quienes abordan el impacto psicológico del conflicto con perspectiva femenina: la primera, con un lienzo de una mujer que “abraza” su tierra y su identidad palestina; la segunda, con una acuarela de una joven con gesto triste, moldeado por las “señales de trauma”.
“Lo único que la mente puede ofrecer a aquellos que han perdido la esperanza es la capacidad de engañarse con una nueva esperanza”, escribe esta última.
La exposición, que estará abierta hasta el 20 de diciembre, ha recibido una gran acogida tras su apertura el fin de semana pasado, y vende postales con algunas de las obras cuya recaudación irá destinada a los artistas, explicó un representante de la galería.