Nueva York, 8 ago (EFE).- El último presidente de Estados Unidos, Donald Trump, planeó hacer un gran desfile militar en el año 2017, pero no quería a “tipos heridos” que “no le hacían quedar bien”, según el relato de un general que aparece en el último libro sobre los años del expresidente derrotado en las últimas elecciones.
El libro “The Divider: Trump in the White House”, que hoy publica en exclusiva la revista The New Yorker, ha sido escrito por dos periodistas que recogen algunas de las conversaciones entre Trump y sus más cercanos colaboradores militares, que frecuentemente derivaban en controversias sobre la visión del país y del gobierno.
Una de estas controversias tuvo lugar cuando en 2017 Trump regresó de Francia tras asistir al desfile militar de la fiesta nacional francesa (14 de julio), que entonces describió como “algo tremendo” y “realmente bonito de ver”, por lo que inmediatamente sugirió hacer algo similar en Estados Unidos.
Pero puntualizó a sus generales: “A ver, no quiero a tipos heridos en el desfile”; y cuando ellos le replicaron que esos veteranos heridos son los verdaderos héroes del país, Trump replicó: “No los quiero. No me hacen quedar bien”, según el relato del general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU.
Otra discrepancia, esta ya aireada anteriormente, se produjo con los disturbios protagonizados por el movimiento de derechos civiles Black Lives Matter en 2020, pues Trump quería que el ejército se implicara en la represión de esas protestas, sin llegar a conseguir su apoyo.
“Sois todos unos fracasados”, dijo Trump a sus generales, y dirigiéndose de nuevo a Milley le espetó: “¿No podéis sencillamente dispararles?. Sencillamente dispararles en las piernas, o algo así”, dijo, según los autores.
A Trump le exasperaba no tener a unos generales más dóciles con sus propuestas, y les dijo en otra ocasión: “¿Por qué no podéis ser como los generales alemanes?”, y cuando uno de ellos le replicó que esos generales habían conspirado secretamente para matar a Hitler, contestó: “No, no, no, fueron absolutamente fieles a él”.
Según los autores Peter Baker y Susan Glasser, Milley formó una especie de célula de crisis con el secretario de Estado Mike Pompeo y el jefe de gabinete de Trump, Mark Meadows, tras las elecciones que perdió Trump y con el objetivo de garantizar una transición ordenada de poder. Tenían conferencias telefónicas diarias a tres -sin conocimiento de Trump- que llamaban “llamadas de aterrizaje del avión”.
En todo caso, el diario The New York Times se interroga por qué durante el tiempo en que sirvieron bajo el mandato de Trump, sus colaboradores evitaron toda crítica pero tras su tumultuosa salida de la Casa Blanca tratan ahora de “dorar su reputación” y parecen “ansiosos por airear sus desacuerdos cooperando con autores de libros y otros periodistas”.