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Sergio Ramos: A la sombra de un cerro grande

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Monterrey (México), 7 feb (EFE).- A los 38 años, el español Sergio Ramos se reinventará como jugador en Monterrey, ciudad a la sombra del Cerro de la silla, montaña de forma artística, que da la impresión de cuidar a una urbe que respira fútbol.

Aunque la metrópoli presume industrias y elevaciones majestuosas, lo que hará que Ramos se sienta en familia en Monterrey es que la mayoría de sus cinco millones y medio de habitantes viven como convalecientes del balompié.

Situada en el norte de México, Monterrey cuenta con más de 50.000 industrias. Es una ciudad moderna, culta y de poderío económico, que tiene entre sus sellos el de la fiebre de fútbol en gran parte de sus pobladores, divididos en dos bandos: los adoradores de los Rayados y los de los Tigres UANL.

Son dos de los conjuntos más emblemáticos de México, con logros internacionales. Rayados, el equipo de Ramos, tiene dos terceros lugares en el Mundial de clubes y cinco títulos de la Concacaf; su rival alcanzó una final Mundial y otra de Copa Libertadores.

Las tarde-noches de fútbol en Monterrey son un espectáculo. Los hinchas detienen su mundo durante dos horas para llenar el estadio de su equipo y si se trata del derbi regio, entre los dos cuadros de la ciudad, el ruido es de los de más decibeles en América Latina.

Fue Monterrey la sede de uno de los partidos de cuartos de finales del Mundial de 1986, cuyo recuerdo aún hace sangrar a los aficionados porque entonces México detuvo al portentoso Alemania de Lothar Matthaus y Karl Rummenigge, pero fue eliminado en penaltis.

Como un sismo de los que estremece a México a cada rato, el fichaje del campeón mundial de Sudáfrica 2010, ha movido el piso del fútbol mexicano y sobre todo del equipo Rayados, confiado en tener un año glorioso con el liderazgo del símbolo madridista.

Al llegar este sábado a Monterrey, Ramos recibirá los abrazos de Sergio Canales y Oliver Torres, sus compatriotas que son referentes del equipo, pero en pocas horas sentirá el afecto de los demás jugadores del conjunto, que presumen desde ya tener de compañero al mítico zaguero.

Con el mismo cariño que los eslavos ofrecen pan y sal al visitante, los regios invitan a comer cabrito, el plato típico de la región. Ramos lo probará, y luego conocerá los vestuarios de primer mundo del equipo y su estadio, el más moderno de México, sede de la Copa Mundial del 2026.

Monterrey está a poco más de 600 metros sobre el nivel del mar. Para Ramos el reto será cuando salga de gira porque se someterá a cambios de altitud que llegarán a 2.600 metros sobre el mar y a climas húmedos, secos, neblinosos y a veces con lluvia. Nada que no conozca el español de 38 años, después de recorrer tanto mundo.

Si bien sus tendones y ligamentos son menos flexibles que a sus 24 años, cuando se hizo campeón mundial con España, Sergio Ramos saldrá a demostrar que su fútbol todavía puede ser tan majestuoso como el cerro grande que cobija la ciudad.

Luego, cuando su cuerpo se lo pida, podrá pensar en el adiós, tal vez en México, un lugar donde las despedidas suelen transcurrir con un humanismo casi sangrante.

De eso son testigos dos de los futbolistas españoles más grandes de los últimos 50 años, Emilio Butragueño y Josep Guardiola, quienes llevan un pedazo de México en sus corazones porque en el país ensayaron su último adiós; el ‘Buitre’ en 1998 en el club Celaya; Pep, en 2006 con los Dorados de Sinaloa.

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