McAllen (Texas), 20 jun (EFE).– Es el final de la tarde de un viernes de verano en el sur de Texas. Fuera del Centro de Artes Escénicas de McAllen, decenas de personas —jóvenes estudiantes, hombres de mediana edad con sombrero de vaquero y algunos adultos mayores— hacen fila para entrar al evento de la noche. Afuera se venden camisetas estampadas, “merch”, como se le llama en Estados Unidos.
El acto estelar: un hombre de 83 años, 1,80 metros de estatura y una despeinada melena blanca. El senador progresista y anterior aspirante a la candidatura presidencial del Partido Demócrata, Bernie Sanders.
El político, una de las voces más prominentes del movimiento socialdemócrata en EE.UU., trajo este viernes su tour “Lucha contra la oligarquía” a la frontera sur del país, en una región que viró hacia el presidente Donald Trump en las últimas elecciones tras haber sido considerada un bastión demócrata durante dos décadas.
Junto a jóvenes estrellas del Partido Demócrata, como la congresista Alexandria Ocasio-Cortez o el tejano Greg Casar, Sanders busca no solo reconectar con votantes desencantados o que se inclinaron por el proyecto republicano, sino también alimentar la idea de que el Partido Demócrata necesita una reforma urgente.
“Es un partido dirigido de arriba hacia abajo, controlado por multimillonarios y por consultores que viven en otro mundo”, dijo el político ante una audiencia de unas 1.600 personas, según cifras de los organizadores. “Hay que abrirlo y decirles que este partido nos pertenece a nosotros”.
Aunque Sanders oficialmente no está afiliado a ninguno de los dos principales partidos de EE.UU., buscó la nominación demócrata a la presidencia en 2016 y 2020, y forma parte del caucus de este partido en el Senado.
Tras la derrota de la exvicepresidenta Kamala Harris, elegida a último minuto como candidata por el partido —sin una votación real de sus bases—, luego de la retirada de Joe Biden de la contienda, la brújula demócrata sigue girando en busca de un norte.
Los votantes tienen claro lo que no quieren: los políticos de siempre. Una encuesta publicada esta semana por la firma Ipsos/Reuters encontró que más del 60 % de los ciudadanos que se identifican con el partido quieren un cambio en el liderazgo. Entre los asistentes al mitin de Sanders, ese sentimiento estuvo latente.
Agarrados de la mano, Silvia Zamora y Benjamín González observaban los carteles que anunciaban el evento del senador, con una tipografía parecida a la que usan las bandas de heavy metal.
Zamora convenció a su novio, también de 23 años, para que asistiera al mitin. Ella se identifica como progresista y votó por Harris en las elecciones pasadas. Él no acudió a las urnas, desencantado con ambos partidos.
“Me arrepiento (…) Sentía —y siento— que el Partido Demócrata es muy débil. Pero los republicanos nos usan (a los latinos) y nos pintan como asesinos y ladrones”, dijo el joven, quien trabaja medio tiempo y estudia composición musical.
A su juicio, los demócratas no ven sus propias debilidades y creen que son “moralmente superiores”, pero “sin lograr mucho cambio”.
En las próximas elecciones legislativas de medio mandato, en noviembre de 2026, se renovarán todos los escaños de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. La oposición enfrentará el reto de lograr una victoria que le permita hacer contrapeso —desde el Legislativo— a la agenda de Trump, facilitada ahora por un Congreso de mayoría republicana.
El desafío, en lugares como Texas —donde el partido perdió terreno que antes daba por sentado—, radica en la estrategia para convencer a esos votantes desencantados de que sí están siendo escuchados.
Tras hablar por más de 45 minutos, en un discurso didáctico donde enfatizó su lectura de la “inmoral” desigualdad económica y social en EE.UU., Sanders tomó preguntas de algunos de los asistentes.
Todos ellos recalcaron la presión que siente la comunidad fronteriza frente a las redadas y arrestos de las autoridades migratorias, cada vez más frecuentes en lugares de trabajo o en cortes de inmigración.
“Por favor, dígale al partido que dé la cara y también asuma parte del riesgo junto a nosotros”, pidió a Sanders una mujer que se identificó como Gaby Sabaleta. El teatro estalló en aplausos.