Playa del Carmen (México), 18 abr (EFE).- Las antiguas tradiciones mayas, documentadas en códices, murales y crónicas coloniales como “La Relación de las Cosas de Yucatán” de Fray Diego de Landa, son recreadas en la Riviera Maya como parte de los esfuerzos para preservar el patrimonio cultural de la región sureste de México.

Cerca de 300 canoeros participaron este fin de semana en la ‘Travesía Sagrada’, un recorrido de casi 60 kilómetros entre el antiguo puerto de Polé y la isla de Cuzamil —hoy Xcaret y Cozumel, respectivamente— que representa un homenaje a Ixchel, la diosa maya de la fertilidad y la luna.

La travesía, que se realiza en dos jornadas de más de 10 horas de navegación, busca revivir una práctica que fue fundamental para el comercio y las ceremonias religiosas de los antiguos mayas.
Salomón Bazbaz Lapidus, especialista en patrimonio cultural inmaterial e integrante de la Red Mundial de facilitadores de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), explicó que la cultura de la navegación entre los mayas desapareció a tal punto que había fuertes dudas sobre sus conocimientos en la materia.
“Hubo un tiempo en el que había la duda de si los mayas eran navegantes; y ahora, nos damos cuenta de que sí eran grandes navegantes y que había una cuestión de comercio entre los diferentes puertos mayas hasta Progreso, en Yucatán (sur de México)”, señaló.
De acuerdo con el especialista, la ‘Travesía Sagrada’, que actualmente se considera una representación o una “puesta en escena”, se basa en una investigación exhaustiva de años que incluye estudios arqueológicos, análisis de códices y relatos de cronistas españoles.
Según Bazbaz, este esfuerzo cuenta con el respaldo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para garantizar su fidelidad histórica.
Carlos Serrano, director de Patrimonio Cultural de Grupo Xcaret, explicó a EFE que en la representación se cuidan hasta los mínimos detalles, como el tipo de vestimenta que portan, las danzas que presentan, los instrumentos musicales y la pintura corporal que portan los canoeros y todo el elenco que interviene.
Aunque las canoas utilizadas no son de madera para preservar el medio ambiente, se diseñan para replicar las características de las embarcaciones mayas originales.
Si bien la participación de los canoeros demanda mucha resistencia física y 6 meses de preparación constante, para Daniel Cruz, un ingeniero agrónomo de 62 años, originario de la comunidad de Leona Vicario, cercana a Cancún, lo más importante es la fortaleza mental y espiritual.
“Tu mente no quiere que sigas remando porque te duele todo, te cansas y en ese momento lo único que te lleva es la parte mental y el corazón”, explicó el ingeniero que ya prepara su jubilación.
María del Carmen Pérez, otra participante veterana, compartió su perspectiva sobre el impacto personal de la travesía.
“Es hermoso estar ahí en medio del mar. Entras y sales en muchos pensamientos, eso no hay nada que lo pague, vale la pena mil veces”, afirmó.
Además del esfuerzo físico, la travesía busca conectar a las nuevas generaciones con sus raíces culturales, fortaleciendo el sentido de identidad y pertenencia de las comunidades locales en la Riviera Maya.