Los Ángeles (EE.UU.), 24 oct (EFE).- La épica 'Palestine 36', candidata al Óscar por Palestina, no solo narra una historia sobre el colonialismo británico, sino que también encarna su propia batalla contra la censura en medio del conflicto israelí. “No quería hacer la película en otro lugar. Vivo en Palestina, ¿por qué no puedo rodar donde vivo?”, lamenta a EFE su directora, Annemarie Jacir.
El filme, incluido en la programación del prestigioso AFI Fest que se celebra esta semana en Los Ángeles, representa el testimonio de la incansable lucha de Jacir por derribar las barreras políticas y logísticas que asfixian la narrativa palestina en la esfera global.
Ambientada en 1936, la historia revisita la revuelta árabe en Palestina, entonces bajo el dominio británico. Jacir comenzó a escribir la trama hace ocho años, y ya entonces percibía que “se trataba del presente, de algo todavía muy actual”.
“Me interesaba investigar cómo se estableció el sistema de opresión, castigo colectivo y control militar en aquel momento. Fue sorprendente descubrir cómo mi generación, la de mis padres y mis abuelos seguimos viviendo lo mismo. Y ahora mi hija y las siguientes generaciones continuarán enfrentándolo”, explica.
Tras los ataques del 7 de octubre, “se hizo aún más evidente cómo este ciclo y esta violencia, generación en generación, se repite la misma historia y el trauma que se hereda y continúa”, añade.
Rodada bajo el fuego israelí
La producción enfrentó enormes dificultades y constantes interrupciones obligaron al equipo a reiniciar el rodaje del único largometraje que ha podido filmarse en Palestina en los últimos dos años.
“Fue una pesadilla, no puedes imaginar algo peor… preparas todo, las localizaciones, y luego lo pierdes todo”, relata Jacir.
Emocionalmente, confiesa, “se sentía como si toda la energía que necesitas para empezar, que sacas del estómago, se aplasta, y luego tienes que empezar de nuevo”.
El conflicto palestino “nunca parece terminar. A veces baja la intensidad, a veces está tranquilo, luego vuelve a subir, pero nunca se acaba. Y aun así, seguimos trabajando por que termine; seguimos trabajando por la liberación”, afirma.
La batalla por financiamiento al cine palestino
A las dificultades del rodaje en una tierra marcada por la violencia se sumó la lucha por conseguir apoyo financiero para un proyecto abiertamente anticolonialista y pro-palestino.
Para su sorpresa, la cineasta obtuvo respaldo del Instituto de Cine Británico (BFI). “Los británicos no salen bien parados en la película, pero no les importó (…) Dijeron: es hora de que enfrentemos nuestro pasado colonial. Es hora de que hablemos de ello”, cuenta Jacir.
La única preocupación fue “asegurarse siempre que la historia estuviese correcta, incluso si era ficción. Está todo basado en relatos reales y en una historia real”, dice.
La directora ya había enfrentado censura explícita de otros mercados como el alemán, que retiró de la parrilla televisiva su proyecto 'Wajib' (2017), con el que también representó a Palestina en la carrera por el Óscar internacional, bajo el argumento de que “no era el momento de escuchar historias palestinas”.
“Me preguntaron que por qué no tenia el punto de vista israelí en la película. ¿Por qué tendría yo un punto de vista israelí? Yo no soy israelí. Quiero decir, ¿les preguntan a otros cineastas dónde está el otro punto de vista? Como si cada cineasta tuviera que tener el punto de vista de todo el mundo en la película… ¡Qué mal cine sería ese!”, zanja.
Y es que “las historias palestinas siguen siendo el último tabú en EE.UU.”, reconoce la directora palestina. “Puedes ser progresista en todo, pero se detiene cuando se trata de Palestina”, asevera.
Aun con los innumerables desafíos, que incluyeron sentirse “como si todo estuviera en contra” de que la película saliera adelante, el equipo de 'Palestine 36' tuvo la obligación moral de continuar con el trabajo.
“Fue agotador para todo el mundo y aun así siempre sentimos que no teníamos derecho a quejarnos, porque no estábamos en Gaza y estamos mucho mejor que nuestra gente allí. Y lo hacemos por ellos”, afirma.
Con su historia, Jacir confía un cambio de perspectiva, ya que “es una parte de la historia que necesita ser contada”.
“La película fue producida por productores principales, guionista y director palestinos, diseñador de vestuario palestino, diseñador de producción palestino, y la mayor parte del elenco palestino. Vivimos en Palestina, la rodamos allí y la preparamos para rodar en Palestina. Terminamos rodando una parte en Jordania y volvimos a Palestina, pero realmente es nuestra y se hizo probablemente en el peor momento de nuestra historia”, sentencia.


