Washington, 20 dic (EFE).- El cierre parcial del Gobierno al que Estados Unidos se ve abocado en la medianoche de este viernes al sábado si el Congreso no llega antes a un acuerdo para ampliar los fondos podría congelar los salarios de miles de funcionarios, mermar servicios públicos y manchar la recta final del mandato del demócrata Joe Biden, que termina el 20 de enero.
¿Qué provoca un cierre del Ejecutivo?
El gobierno sólo puede gastar el dinero que haya sido asignado por el Congreso. Si la Cámara Baja y el Senado no alcanzan un acuerdo sobre la ley de presupuestos antes de que expire la actual y no se validan nuevos fondos a corto plazo que sirvan para cerrar la brecha en la financiación las agencias federales se ven obligadas a cerrar.
¿Qué impacto tiene?
La suspensión temporal de partidas consideradas no esenciales no afecta por igual a todas las agencias. Cada una tiene sus planes sobre cuántos empleados se verán suspendidos, cuáles se consideran imprescindibles y trabajarán sin sueldo o qué actividades se detendrán.
En la práctica, según recuerda la cadena CNN, cientos de miles de trabajadores federales estarían de baja y otros cientos de miles deberían acudir al trabajo, entre ellos aquellos que garantizan la seguridad en los desplazamientos.
Ninguno de ellos cobraría en ese tiempo, pero la mayoría recupera el dinero de forma retroactiva en cuanto el Gobierno se reabre.
Anteriores parones han provocado desde el cierre de museos y de parques nacionales hasta la suspensión de inspecciones sanitarias de alimentos o la interrupción de programas de investigación científica, pero el pago de la Seguridad Social, por ejemplo, no se ve afectado.
¿Cuántos cierres gubernamentales ha habido?
Desde 1976, año en que se aprobaron nuevas leyes presupuestarias, la Administración estadounidense se ha quedado sin fondos en una veintena de ocasiones, aunque la mayoría de veces ha sido solo durante un día.
El cierre más largo, de 35 días, ocurrió durante el primer mandato de Donald Trump (2017-2021), justo antes de la Navidad de 2018, debido a unos desacuerdos entre demócratas y republicanos sobre los fondos para el muro que el republicano quería alzar en la frontera con México.
El segundo más duradero, de 21 días, tuvo lugar también un diciembre, pero de 1995, bajo la Administración del demócrata Bill Clinton (1993-2001).
Algunos cierres duraron tan poco tiempo, como horas, solo una noche o un fin de semana, que las agencias gubernamentales no llegaron a cerrar completamente en ese “impasse”.
¿Tienen un coste económico?
El impacto de ese parón puede ser multimillonario. El cierre de la financiación desencadenado por el muro fronterizo propuesto por Trump redujo el PIB de EE.UU. en 11.000 millones de dólares, según la Oficina de Presupuesto del Congreso. De esa cantidad no se llegaron a recuperar 3.000 millones, recuerda el diario The Washington Post.
Las empresas también pueden afrontar dificultades para obtener la aprobación de permisos federales, lo que a su vez puede reflejarse en sus decisiones de inversión y contratación.
En caso de un cierre prolongado, como el que se produjo bajo Trump, los empleados federales podrían limitar su gasto, afectando así a las economías locales, y el sector privado también llega a verse perjudicado si la Administración de Pequeñas Empresas no puede aprobar préstamos.
¿Qué ha provocado el actual desacuerdo?
La mayoría republicana de la Cámara de Representantes y la mayoría demócrata del Senado habían alcanzado un acuerdo bipartidista el martes para dotar al Gobierno de nuevos fondos, pero ese pacto fue tumbado el miércoles tras la oposición mostrada por Trump, el actual presidente electo, a algunas resoluciones.
Los republicanos presentaron un nuevo proyecto unilateral que incluyó eliminar el techo de la deuda durante dos años, pero en la votación del jueves no consiguieron sacarlo adelante debido en parte a disidencias internas.
En caso de que la Cámara de Representantes logre aprobar un proyecto este viernes este debe continuar su tramitación en el Senado, donde los demócratas tienen el control, por lo que una propuesta que no sea bipartidista tiene complicado su éxito.