Nueva York, 25 jun (EFE).- La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, firmó este domingo en el marco del desfile del Orgullo LGBTQ+ una legislación que establece al estado como un “refugio seguro” para los jóvenes trans.
La demócrata anotó en un discurso que se celebró al inicio de la marcha que en lo que va del año otros gobiernos estatales conservadores “han presentado más de 500 leyes anti-LGBTQ”, lo que clasificó de “injusticia”.
“Vamos a hacer de Nueva York un refugio seguro para los jóvenes trans de todo el país”, dijo Hochul.
La ley que la gobernadora aprobó hoy garantiza que Nueva York protegerá a los jóvenes trans, a sus padres y a sus médicos.
“FUERZA EN LA SOLIDARIDAD”
Por su parte, el actor y cantante Billy Porter, quien era el encargado este año de encabezar la Marcha del Orgullo Gay, dijo que, pese a los avances que se han conseguido en las últimas décadas para la comunidad LGBTQ+, ahora se ve en EEUU “un esfuerzo enfermizo y malicioso para hacer retroceder a esas víctimas”.
“Los gobernadores Ron DeSantis (Florida) y Greg Abbott (Texas) ni siquiera quieren que digamos la palabra gay (en las escuelas), quieren negar la atención médica de afirmación de género a los jóvenes transgénero y quieren criminalizar a los padres y médicos que solo quieren ayudar a los niños”, explicó Porter para resaltar la importancia de que Nueva York se convierta en un refugio para estas personas.
La temática oficial del Orgullo de la ciudad de Nueva York este año es “Fuerza en la Solidaridad”, un recordatorio de que el Orgullo nació como un movimiento de protesta contra la intolerancia dondequiera que se manifieste.
El origen de esta marcha, que ahora se celebra mundialmente, se dio por los disturbios de Stonewall en Nueva York, una redada policial que tuvo lugar en la madrugada del 28 de junio de 1969 en ese local de referencia de la comunidad gay.
Este conflicto encendió la mecha de la lucha por los derechos del colectivo, ya que el 28 de junio de 1970 se dieron las primeras marchas del Orgullo en Nueva York y Los Ángeles en conmemoración al primer aniversario de los disturbios.
UNA ATRACCIÓN TURÍSTICA
Hoy las calles que rodean este mítico bar están abarrotadas tanto de neoyorquinos como de turistas nacionales e internacionales.
Anthony Walentukonis se desplazó desde Connecticut, estado fronterizo, para mostrar su apoyo a la comunidad y explicó a EFE que lleva viniendo al Orgullo neoyorquino desde hace más de una década.
“Antes estaba menos concurrido y era muy divertido. Ahora hay mucha más gente, pero sigue siendo muy divertido”, anotó.
Otra cosa que ha cambiado con respecto a otros años es la cantidad de vendedores ambulantes que despachan todo tipo de parafernalia: abanicos gigantes, banderas de arcoíris de todos los tamaños, pintura facial, comida y mucho alcohol.
Priscilla Álvarez señaló a EFE que, pese a no tener los permisos para vender chupitos de gelatina con tequila -tres por 10 dólares- en la calle y que la zona esté repleta de policías, no teme que le pongan una multa. “La Policía ya no tiene mucho derecho a hacer algo contra nosotros”, matizó.
Álvarez ha crecido en la Gran Manzana y esta es la primera vez tanto que vende sus productos en la calle como que asiste al desfile del Orgullo.
“Todas mis amistades son de la comunidad y vine apoyar y hacer un poco de dinero para pagar la renta”, recalcó.