David Villafranca
Nueva York, 25 abr (EFE).- De rozar el anillo con los Mavericks a convertirse en el enemigo número uno de Dallas. Un pasado en Nike antes de asumir la franquicia texana. Nico Harrison acarició el cielo de la NBA pero ahora está contra las cuerdas como el polémico arquitecto del traspaso de Luka Doncic.
“Sabía que Luka era importante para la afición pero no sabía hasta qué punto”.
Además de orquestar una de las operaciones más impactantes y polémicas de la historia de la NBA, Nico Harrison, mánager general de los Dallas Mavericks, ha demostrado en los últimos meses una extraordinaria capacidad para causar controversia en cada una de las tres veces que ha hablado con los medios desde entonces.
La primera vez, justo un día después de poner la NBA patas arriba con el traspaso de Doncic a Los Angeles Lakers, confesó que no había podido conversar con el esloveno tras cerrar la operación (el jugador confirmó recientemente que no ha tenido ningún contacto con Harrison desde su salida).
En la segunda, la semana pasada y obligando a los periodistas a acudir sin micrófonos ni cámaras, sostuvo que “no hay arrepentimientos por el traspaso” y que parte de su trabajo es tomar decisiones “impopulares”.
Pero la tercera, ya esta semana y como broche a una temporada desastrosa, dejó quizá una de sus citas más desafortunadas asegurando que no sabía “hasta qué punto” era importante Doncic para los fans de Dallas.
Probablemente ya lo haya averiguado, ya fuera con las duras y constantes críticas de los aficionados a la directiva con Harrison a la cabeza o con el heroico y emocionante recibimiento que tuvo Doncic en su vuelta a Dallas con el 77 de los Lakers.
Auge y caída
Harrison aterrizó en los Mavericks en junio de 2021 y tras dos décadas en la división de baloncesto de Nike, donde estrechó lazos con estrellas como Michael Jordan o Kobe Bryant.
En sus tres primeros años como mánager general, Harrison alcanzó unas Finales (2024) y una final del Oeste (2022). Por el camino incorporó a Kyrie Irving en un llamativo movimiento que despertaba dudas pero que acabó funcionando muy bien y, sobre todo, dio un golpe en la mesa con los fichajes el año pasado de P.J. Washington y Daniel Gafford, que cambiaron radicalmente la esencia del equipo hasta dejarlo al borde del título.
Solo diez meses después de caer en Boston en el quinto partido de las Finales ante los Celtics, la situación social en Dallas es de incertidumbre, depresión y enfado.
Décimos en su conferencia, los Mavericks cayeron en el 'play-in' por el octavo puesto y se quedaron fuera del 'playoff', tienen a Irving lesionado de gravedad tras un curso repleto de malas noticias en la enfermería, Doncic despliega su talento junto a LeBron James en unos Lakers con ganas de marcha en el Oeste, los fans texanos continúan furiosos y hay muchas dudas sobre si Anthony Davis es capaz de echarse el equipo a la espalda para conquistar un anillo.
En este sentido, Harrison ha repetido una y otra vez, casi hasta un punto autoparódico, que “la defensa gana campeonatos” como argumento para prescindir de Doncic. Paradójicamente, los Mavericks encajaron 96 puntos en tres cuartos ante los Memphis Grizzlies en su eliminación en el 'play-in'.
Tres días después, ESPN publicó la 'autopsia' de esta fascinante pero ruinosa temporada de los Mavericks a cargo de Tim MacMahon, un periodista muy reconocido por su conocimiento y acceso en este equipo.
Lo que MacMahon retrató fue una organización abierta en canal, con enfrentamientos de un Harrison controlador y egocéntrico con el entorno de Doncic y los servicios médicos del equipo y con un mito como Dirk Nowitzki alejado de la franquicia de sus amores.
Como telón de fondo, los Mavericks todavía están procesando el cambio de propietarios de Mark Cuban a los Adelson con Patrick Dumont al timón.
Ajeno en la medida de lo posible a todo este caos en su exequipo, Doncic contó hace poco desde Los Ángeles que estrelló su teléfono en el suelo cuando supo que había sido traspasado, aseguró que tenía previsto renovar con los Mavericks y hacer en Dallas toda su carrera y evitó echar más sal en la herida abierta de Harrison.
“Es simplemente triste la manera en la que está hablando ahora. Nunca he dicho nada malo sobre él y ahora solo quiero seguir adelante”, afirmó.