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Muere Gilberto Rodríguez, uno de los rostros de la peor violencia de Colombia

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Bogotá, 1 jun (EFE).- A los 83 años y víctima de una afección cardíaca murió en una cárcel de Estados Unidos el que fuera el jefe del Cartel de Cali Gilberto Rodríguez Orejuela, alias el “Ajedrecista”, que gracias al dinero del narcotráfico logró un papel protagonista en círculos políticos, empresas e incluso el fútbol.

Fotografía de archivo cedida por la SIJIN y fechada el 3 de diciembre de 2004 que muestra al capo colombiano del narcotráfico Gilberto Rodríguez Orejuela, antes de ser extraditado a los Estados Unidos, en Bogotá (Colombia). EFE/ SIJIN / SOLO USO EDITORIAL/ SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)

Rodríguez Orejuela, que lideraba con su hermano Miguel el Cartel de Cali, estaba en una prisión de Carolina del Norte desde finales de 2004 cuando fue extraditado después de que fuera capturado en Colombia en 1995.

El “Ajedrecista” nació en la población de Mariquita, en el departamento del Tolima en enero de 1939. Años más tarde su familia se trasladó a Cali (Valle del Cauca) en donde comenzó a trabajar como mensajero de farmacias hasta convertirse en el poderoso narcotraficante que, incluso, desafió a su rival, el Cartel de Medellín, de Pablo Escobar.

Después de una larga persecución, que le costó la vida a jueces, policías y políticos, Rodríguez fue detenido por un cuerpo de élite de las fuerzas de seguridad del Estado.

Su captura fue el 9 de junio de 1995. Estaba oculto en una caleta de una vivienda de Cali, y era, entonces, uno de los hombres más buscados en Colombia y en el mundo.

Las autoridades colombianas dijeron que el mafioso tenía una flotilla de aviones y helicópteros, en las que transportaba alijos de cocaína que llegaban a Estados Unidos, todo en asociación con otros carteles mexicanos y bolivianos.

Además, diseñó una red de corrupción que le permitió blanquear millones de dólares producto de las ganancias obtenidas por la venta del 80 % de la cocaína que se compraba en EEUU.

A diferencia del Cartel de Medellín, que era la de poner bombas, matar policías, periodistas, jueces y directores de medios de comunicación, entre otros, su modo de operar fue diferente, pues compró a todo aquel que no le permitía hacer sus ilícitos negocios.

Su movimiento más sonado fue que logró infiltrar la campaña presidencial de Ernesto Samper a la que aportó 6.000 millones de pesos (unos 1,5 millones de dólares de hoy) y que dio origen al llamado proceso 8.000.

SIN LUJOS A LA VISTA

Si bien el imperio de los Rodríguez Orejuela les habían dado la riqueza y las facilidades para vivir una vida ostentosa, los capos del cartel de Cali siempre fueron más bien modestos, con una flota de vehículos Mazda, aunque vivían en inmuebles donde el dinero se hacía presente con canchas de fútbol, discotecas y establos.

“El ajedrecista” también fue maestro del arte de la “caleta”, unos reducidos espacios que los padrinos de Cali construían en sus lujosas casas para evitar ser capturados en una posible redada policial.

Y si bien Pablo Escobar declaró una guerra contra el Estado colombiano con la que a base de bombas y muertes pidió la suspensión de la extradición a Estados Unidos, los padrinos de Cali decidieron hacer otro tipo de guerra: a base de billetes comprando a políticos.

Estuvieron envueltos en el conocido proceso 8.000, supuestamente financiado la campaña del expresidente Samper con dinero del narcotráfico, encumbrandolo al poder con la promesa de que acabaría con la extradición.

Años después de entrar en la cárcel aseguraron que también inyectaron dinero a la campaña de Andrés Pastrana, quien fue el sucesor de Samper en la Presidencia para el periodo 1998-2002.

Tanto Samper como Pastrana han negado esos señalamientos y los supuestos vínculos con el Cartel de Cali.

Gilberto siempre prefirió sobornos a violencia, y eso lo caracterizó junto a una personalidad más templada y calculadora de “ajedrecista” y le sirvió para relacionarse y tener contactos en la alta esfera colombiana.

EL FÚTBOL, SU PASIÓN

Los hermanos Rodríguez Orejuela se convirtieron en los accionistas mayoritarios del América de Cali a finales de la década de los 70 y desde entonces los Diablos Rojos vieron pasar por sus filas a algunos de los mejores jugadores sudamericanos de la época.

Los títulos abundaron y el éxito en torneos internacionales les llevó a la disputa de cuatro finales de Copa Libertadores, que perdieron en 1985, 1986, 1987 y 1996.

Sin embargo, la Oficina para el Control de Bienes Extranjeros del Departamento del Tesoro de EEUU declaró en 1996 a las compañías bajo el dominio de los Rodríguez Orejuela como peligrosas para la economía de ese país y el 8 de junio de 1999 el América de Cali entró a formar parte de la “Lista Clinton”.

De inmediato las cuentas bancarias del club fueron canceladas y ya no hubo patrocinadores ni firmas que respaldaran la gestión de la institución.

Fue el final de la vida crediticia de América, pues nadie quería tener vínculos con los narcotraficantes. Sin embargo, el club logró salir de esa lista en 2012.

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