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Migrantes y activistas, en alerta en la mexicana Ciudad Juárez ante el regreso de Trump

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Ciudad Juárez (México), 17 ene (EFE).- Migrantes, activistas y asociaciones religiosas permanecen en estado de alerta en uno de los principales cruces de la frontera de México con Estados Unidos, Ciudad Juárez, en el estado de Chihuahua, en vísperas de que Donald Trump asuma la presidencia de ese país, el 20 de enero, y concrete sus advertencias de deportaciones masivas.

 A tres días de que Trump asuma nuevamente la presidencia de Estados Unidos, el temor y la incertidumbre se han apoderado de los migrantes que permanecen en la frontera norte de México.

Con un marcado discurso antiinmigrante, las declaraciones de Trump han generado preocupación entre los migrantes que esperan cruzar de manera legal y las organizaciones que les brindan apoyo.

“Nos sentimos desconcertados, porque hay mucha gente esperando desde hace meses. No sabemos realmente qué va a pasar con ellos, algunos han pensado acercarse al puente para ver si abren la frontera, hay mucha desesperación”, señaló a EFE Cristina Coronado Flores, coordinadora del Ministerio para Migrantes de la Sociedad Nacional de San Columbano y apuntó que la situación actual es de “desconcierto y angustia”.

La incertidumbre, dijo, también está empujando a los migrantes a tomar decisiones arriesgadas.

“En su desesperación, buscan salidas falsas, estamos preocupados por su seguridad, porque en la búsqueda de entrar se acercan al río y son perseguidos por grupos de crimen organizado”, agregó.

Posible colapso migratorio

Migrantes comen en un albergue este jueves, en Ciudad Juárez (México). EFE/ Luis Torres

Desde que se intensificaron los flujos migratorios en la región, las organizaciones promigrantes han enfrentado desafíos constantes.

Coronado subrayó que, aunque cuentan con experiencia para manejar situaciones de alta demanda, un aumento en las deportaciones o un cierre total de la frontera pondría a prueba las capacidades de todos los involucrados en el fenómeno migratorio.

“Tenemos seis años con flujos que suben mucho o bajan, hemos tenido una experiencia hasta de 1.000 personas por día”, relató Coronado y señaló que aunque “el Gobierno mexicano tienes su propio plan, esperamos que esté bien organizado para poder recibir a toda la población que, posiblemente, van a deportar”.

La activista apuntó que la experiencia previa, en épocas anteriores, no genera demasiado optimismo.

“La gente que llega y empieza la crisis, están en la calles, viven hacinados en casas semidestruidas, con mucha vulnerabilidad, esto ya lo sabemos y no hemos podido estar realmente listos”, explicó Coronado.

Además de los riesgos físicos, los migrantes enfrentan un deterioro en su salud mental. Geraldine Jiménez, migrante de Colombia que lleva meses esperando en la frontera, describió cómo la incertidumbre y la espera prolongada afectan su bienestar emocional.

“No sabemos qué va a pasar, cómo nos vamos a regresar a nuestros países, o si no podemos regresar, fueron muchos meses de inversión para llegar hasta aquí”, comentó un tanto desilusionada.

Jiménez, como miles de migrantes, llegó a la frontera con la esperanza de ingresar legalmente a Estados Unidos en busca de una vida mejor.

“Queremos cruzar y tener la certeza que vamos a estar un poco seguros, nosotros somos personas trabajadoras y no todo el mundo es malo como lo dicen de los migrantes”, agregó.

Vulnerabilidad en medio de la incertidumbre

Migrantes comen en un albergue este jueves, en Ciudad Juárez (México). EFE/ Luis Torres

Rosagny, una migrante venezolana que también espera cruzar, compartió sus temores respecto a las políticas de Trump y dijo que “si él cumple las deportaciones, yo prefiero regresar a mi casa, la verdad, ando con mi hijo y sola, y me gustaría que me devuelvan a Venezuela. No hay más esperanza de que nos quiten la cita y queremos entrar legalmente”, expresó.

Aunque reconoce los sacrificios realizados, considera que regresar sería preferible a vivir en un país donde no se siente bienvenida.

Ambas mujeres representan los casos de miles de personas que han invertido tiempo, dinero y esfuerzo para llegar a la frontera, solo para enfrentarse a una creciente incertidumbre sobre su futuro.

Pero a pesar de la incertidumbre, muchos migrantes mantienen la esperanza de que la situación dé un giro positivo.

“Se ha trabajado y le hemos echado ganas por estar del otro lado que es lo que nos interesa”, expresó Jiménez, al tiempo que las organizaciones continúan trabajando para brindar apoyo en un momento en el que se acerca un punto crítico.

Con la llegada de Trump a la Casa Blanca, el panorama para los migrantes en la frontera se torna más incierto que nunca. Las próximas semanas serán decisivas para definir el futuro de miles de personas que, a pesar de todo, siguen luchando por alcanzar un trabajo, ganar dinero y tener una vida mejor.

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