Tijuana (México), 24 feb (EFE).- Después de 14 años, Marilú Montalvo, una madre de 40 años originaria de la Ciudad de México que fue deportada de Estados Unidos, logró regresar este lunes a ese país para reunirse de nuevo con sus hijos, tras una agónica espera en la ciudad fronteriza de Tijuana.

Visiblemente contenta y con maletas en mano, Marilú llegó sola hasta el puerto internacional de San Ysidro, en el norte de México, para cruzar nuevamente, y ahí compartió a medios que su deportación se dio en el 2010 luego de que “mi exmarido, y la mujer con la que él estaba teniendo una relación extramarital, me denunciaron ante las autoridades migratorias”.

Detalló que, en el cumpleaños de una de sus hijas, un 7 de octubre, habían decidido comprar un pastel para llevarlo al preescolar y ahí celebrarlo; sin embargo, llegaron a su casa agentes vestidos de civiles, la detuvieron y le dijeron que les habían llamado para avisarles que su estancia no era legal en el país.
“Me dijeron que yo iba a ser deportada, que le avisara al papá de mis hijos para que él los recogiera, porque a mí me iban a deportar; me quitaron a mi bebé que entonces tenía dos años, le entregaron los niños a él y me deportaron. Es morir en vida”, expuso.
Resaltó que en este tiempo vio a sus hijos pequeños en dos ocasiones y a escondidas.
“La primera después de tres años, en este mismo lugar (en el cruce fronterizo), mi bebé ya tenía cinco años y mi niña nueve, y después los volví a ver cuando mi niño ya tenía 13 años y mi niña 17. Ahorita mi hijo tiene 16 años y mi hija cumplirá 19”, contó”.
Aunado a ello compartió lo difícil que es vivir una deportación: “es muy difícil, es estar muerta en vida, pero con una esperanza muy dentro de ti, no disfrutas nada, no eres feliz”.
“En cada momento de tu vida tienes mucho miedo de no darle la protección, el amor y el cuidado a tus hijos, es muy doloroso porque tienes que ser fuerte, no hay otra opción”, agregó.
La mexicana destacó que cuando la deportaron, comenzó a buscar ayuda y primero lo hizo a través de la visa VAWA, que es un permiso de inmigrante que se otorga a las víctimas de violencia doméstica o agresión extrema por parte de un familiar cercano, el cual permite a las víctimas buscar la residencia permanente en Estados Unidos.
“Pero me lo negaron, porque no había un perdón para mí porque en alguna ocasión en mi vida había cruzado con papeles que no eran míos”, detalló.
En esa búsqueda fue que se encontró con la organización ‘Dreamers Moms’ en Tijuana, coordinada por la activista Yolanda Varona, quien la recibió y de inmediato le brindó su apoyo, poniéndola en contacto con un abogado que le ayudó a llevar su caso y así poder, finalmente regresar con sus hijos.
Marilú destacó que, pese a lo difícil que fue todo el proceso, “no quité nunca el dedo del renglón; una mamá siempre va a luchar contra viento y marea, contra todo”.
Agregó que ella tiene tres hijas más grandes que son de otra relación, a quienes sí pudo estar viendo porque son ciudadanas estadounidenses y podían cruzar a Tijuana y reconoció que “el reto” para ella será ganarse a sus hijos más pequeños.
“Viene una etapa muy difícil, eran muy pequeños cuando todo sucedió, sé que me quieren ver, hablo con ellos, pero sí los he visto confundidos; me perdí prácticamente su vida y no va a ser fácil”, puntualizó.