Naciones Unidas, 25 abr (EFE).- El ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, se mostró hoy pesimista sobre la renovación del llamado “acuerdo del grano” entre Rusia y Ucrania, auspiciado por la ONU y Turquía y que permite exportar cereal y otros productos agrícolas por un corredor seguro en el mar Negro.
En una rueda de prensa en la ONU al término de su visita de dos días, Lavrov se refirió en varias ocasiones de forma muy crítica al funcionamiento del acuerdo -firmado en julio de 2022 y cuyo último plazo expira el 18 de mayo-, y al ser preguntado si ya no tenía esperanzas de renovarlo, respondió irónicamente a la periodista: “Vaya, parece usted sicóloga”.
Las quejas de Rusia son de varios tipos: primero, recordó que lo que se conoce legalmente como “Iniciativa del mar Negro” tiene dos vectores: una para el grano ucraniano y otra para facilitar la venta de los fertilizantes rusos, pero el segundo no está funcionando y hay decenas de barcos rusos bloqueados en puertos europeos -cifró en 200 millones de kilos de fertilizantes bloqueados-.
El diplomático reconoció que el secretario general de la ONU, António Guterres, está haciendo “honestos esfuerzos” por ayudar a las exportaciones rusas, que sufren principalmente por las sanciones impuestas en los países occidentales a las compañías rusas y su veto en el sistema SWIFT internacional de pagos.
Pero además, Lavrov dijo que el acuerdo de grano, que se concibió para aliviar el hambre y la escasez en los países del tercer mundo, se está utilizando de forma interesada y solo un 3 % del grano ucraniano que salió gracias a ese acuerdo llegó a países pobres y el resto ha ido sencillamente a alimentar el mercado libre.
EL PESO RELATIVO DE LAS SANCIONES
Con la excepción de los fertilizantes, Lavrov quitó importancia al paquete de sanciones impuesto contra Rusia tras la invasión de Ucrania, que ha sido mayormente aplicado por gobiernos occidentales, y dijo que su país está siendo capaz de “desarrollar su propia economía y servirse de sus propias fuentes”, todo ello “sin la dependencia artificial del dólar”.
Se mostró convencido además de que la guerra de Ucrania ha traído otra consecuencia de gran calado económico como es la pérdida de importancia del dólar como moneda de referencia, en beneficios de otras monedas o de las monedas digitales, en lo que llamó “una transición irreversible”.
Según Lavrov, estamos asistiendo “al fin de la globalización” y a la emergencia de “la fragmentación y la regionalización” en el mundo, y citó en su apoyo la reciente entrevista que acaba de tener con el presidente brasileño Lula da Silva (no dio más detalles) más la eventual reforma del Fondo Monetario Internacional.
A la visión de Lula y suya propia contrapuso la del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, del que volvió a recordar una vez más -un argumento caro a los rusos- sus declaraciones del pasado octubre en las que comparó a Europa con “un jardín” rodeado de “una jungla”.
CONVERSACIONES DISCRETAS SOBRE CANJE DE PRISIONEROS
En su larguísima rueda de prensa, Lavrov también se refirió a la detención del periodista estadounidense Evan Gershkovich y de otros compatriotas y reconoció que “hay discusiones” sobre un eventual canje de presos (hay sesenta presos rusos potencialmente canjeables, dijo) pero deben continuar “sin publicidad, pues eso no hará sino complicar las cosas”.
Dijo irónicamente que lo que menos podría beneficiar a Gerskovich es imaginar una solución “hollywoodiense”.
Aprovechó la ocasión, además, para quejarse de la dificultad que tienen los periodistas rusos para conseguir visados de trabajo en Estados Unidos, una política según él pensada para “silenciar puntos de vista alternativos”.