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Las sillas vacías en la mesa de Acción de Gracias de familias migrantes en EEUU

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Miami (EE.UU.), 27 nov (EFE).- Mientras millones de estadounidenses se sientan este jueves a la mesa para comer el tradicional pavo, muchas familias inmigrantes viven este Día de Acción de Gracias con miedo, ausencias y ventanas cerradas.

En barrios latinos de ciudades como Charlotte, Chicago, Los Ángeles, Houston y Miami, el aroma de Thanksgiving se mezcla con la angustia ante las recientes operaciones migratorias de la Administración Trump y las ausencias en la mesa.

“Durante los últimos cuatro años, habíamos sido 18 en la cena de Acción de Gracias. Estábamos tan agradecidos con este país que hacíamos un gran esfuerzo para seguir las costumbres”, relató a EFE Eugenia Blanco, una entrenadora deportiva.

“Mis padres se devolvieron a Venezuela cuando eliminaron el TPS. Mis tíos y primos no quieren salir de casa, salvo para trabajar. Están aterrados. Yo creo que cualquier bocado de pavo me sabría amargo”, dijo esta venezolana residente en la ciudad de West Palm Beach (Florida).

Los parientes de Blanco forman parte de los 600.000 venezolanos que perdieron este año la protección temporal que les permitía permanecer legalmente en Estados Unidos, tras agotarse las instancias judiciales para oponerse a la decisión del gobierno de Donald Trump de eliminarla.

Más de 5.000 kilómetros al oeste, en Seattle (Washington), las redadas han dejado a las organizaciones de caridad con excedentes de bolsas de alimentos para preparar la cena de Acción de Gracias.

“Menos gente está viniendo a nuestras despensas populares desde que ICE está por acá, pero un incremento de las detenciones este lunes provocó que casi nadie viniera a buscar donaciones de los pavos”, indicó Van Cuno, directora ejecutiva de la organización NorthWest.

En Carolina del Norte, la operación 'Charlotte's Web' de ICE provocó la ausencia masiva de estudiantes, el cierre temporal de pequeñas empresas latinas y la cancelación de reuniones familiares.

Juan de Dios Rodríguez, un camarero en un restaurante mexicano en el área de Greensboro, una de las ciudades con más población inmigrante del estado, no solo tiene dos parientes en centros de detención de ICE, sino que teme ser confundido con un indocumentado, sino que lleva tres semanas sin trabajar.

Pavos a domicilio como en la pandemia

“Los dueños cerraron porque casi nadie venía. Me dicen que abrirán la semana que viene, pero lo dudo. Este va a ser un Thanksgiving muy triste para nosotros. Tenemos tres primos que probablemente sean deportados y no tenemos dinero para una cena especial. Ya todo estaba carísimo, pero con solo los ingresos de mi esposa no alcanza”, explicó a EFE este mexicano-estadounidense de 38 años.

Para generar dinero se ha sumado a una cuadrilla de jardineros, pero con miedo. “Sabemos que si uno no es blanco corre riesgo. Ya hemos visto muchos casos de personas nacidas acá que son detenidas por días y muy maltratadas”, subrayó.

Entretanto, en Chicago, la parroquia de Nuestra Señora de Monte Carmelo decidió resucitar el sistema de repartición a domicilio de la cena de Acción de Gracias que había adoptado durante el confinamiento de 2020 por la pandemia de covid-19.

“Mucha gente está en una situación inestable y hay mucha preocupación por el estatus de la familia y también por los precios. Por primera vez desde que soy sacerdote y trabajo con migrantes en Estados Unidos, la gente no tiene la confianza para soñar con un mejor futuro”, lamentó el párroco Leandro Fossá.

“Este año, Acción de Gracias no sabe igual. Cuando uno compra comida con miedo, deja de ser un festejo”, escribió en redes sociales la activista mexicoestadounidense Julissa Arce. El  mensaje fue compartido miles de veces en X.

La ironía histórica se ha convertido también en tema central de conversación.

 “Este país celebra una cena basada en el mito de que los inmigrantes fueron bienvenidos, mientras deporta a quienes sostienen su economía”, escribió en X la activista indígena Sarah Jumping Eagle.

Otro mensaje viral decía: “Los descendientes de quienes llegaron en barcos celebran que los recibieron, pero persiguen a quienes cruzan desiertos y ríos”.

En Los Ángeles, durante una audiencia pública sobre los efectos de las redadas, una madre centroamericana testificó: “Thanksgiving es un día para agradecer. Yo solo pediré que mi esposo vuelva a casa”.

Estados Unidos expulsó a cerca de 400.000 migrantes en los primeros 250 días de la segunda Administración Trump, según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en inglés), que prevé la remoción de 600.000 en el primer año de gestión.

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