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Las amenazas expansionistas de Trump y la diplomacia de la ley del más fuerte

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Washington, 18 ene (EFE).- El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ganó las elecciones con la promesa de una rápida paz en Ucrania y en Oriente Medio, donde ya se ha anotado su primer éxito diplomático, y en las semanas previas a su llegada al poder ha redoblado sus proclamas expansionistas con Groenlandia, el canal de Panamá e incluso Canadá en la mira.

Trump se ha apuntado su primer logro internacional antes incluso de poner un pie en la Casa Blanca el próximo lunes, con un acuerdo de cese el fuego para la Franja de Gaza que ha forzado a las partes a aceptar.

Por un lado, Trump amenazó a Hamás con un “infierno” si no libera a los rehenes; por el otro, el presidente electo ha presionado a Israel para aceptar un acuerdo antes del 20 de enero después de casi 500 días de guerra amparada por el Gobierno de Joe Biden.

Según relata el periódico israelí Haaretz, el enviado de Trump para Oriente Medio, Steve Witkoff, convocó al primer ministro Benjamín Netanyahu a una reunión el sábado con ese propósito, ignorando las objeciones de los asesores israelíes, quienes señalaron que se trataba del sabbat, día festivo en Israel, donde se suspende toda actividad política y gran parte de la económica y comercial.

Este acuerdo ejemplifica cómo Trump piensa abordar las relaciones internacionales, sea con aliados o adversarios: forzándolos a aceptar sus condiciones.

La disputa por el Ártico

Más allá de Oriente Medio, Trump ha dedicado las últimas semanas a repetir en varios foros sus ambiciones territoriales. Detrás de lo que en boca de Trump pueden parecer simples bravuconadas, está un plan para preservar los intereses geoestratégicos de Estados Unidos.

Esos planes pasan por el control de las rutas comerciales que se están abriendo en el Ártico con el deshielo, para las que Groenlandia es pieza clave.

China, aprovechando el control territorial que posee Rusia sobre el Ártico, ya ha mostrado interés en estas nuevas rutas, que acortarían el viaje entre América del Norte y Asia en un 40 % respecto al tránsito por el canal de Suez.

“Por razones de seguridad nacional y libertad en todo el mundo, Estados Unidos considera que la propiedad y el control de Groenlandia son una necesidad absoluta”, dijo recientemente Trump.

El presidente electo ha dicho también que quiere comprar Groenlandia e, incluso, ha dejado la puerta abierta a ejercer presión económica o militar a Dinamarca, aliado de la OTAN, para lograr la anexión de la isla.

Trump también ha sondeado la idea de anexionarse Canadá, que serviría propósitos parecidos para Estados Unidos en el Ártico, aunque este caso parece más bien una manera de troleo del líder republicano hacia el país vecino.

Recuperar el canal de Panamá

China aparece otra vez como pretexto para el interés de Trump por recuperar el control del canal de Panamá, que Estados Unidos cedió totalmente en 1999 con un tratado que el presidente electo amenaza con abandonar.

“El canal de Panamá es vital para nuestra seguridad nacional”, afirmó Trump alegando argumentos parecidos a los de Groenlandia.

“Se lo dimos a Panamá. No a China”, añadió, falsamente. “China básicamente se lo está quedando”, insistió.

Igual que con Groenlandia, Trump no descartó el uso de la fuerza militar o económica de Estados Unidos para hacerse con esta infraestructura estratégica.

El tiempo dirá si la verdadera ambición de Trump es la de expandir Estados Unidos integrando estos territorios o si solo se trata de una estrategia negociadora para ejercer un control indirecto sobre ellos a través de acuerdos que beneficien a Washington.

La guerra en Europa

En campaña, Trump dijo que podía resolver la guerra en Ucrania en tan solo un día, pero la realidad es menos optimista y ese conflicto puede convertirse en una prueba de fuego de sus habilidades diplomáticas, más incluso que en Oriente Medio.

El presidente electo se ha mostrado dispuesto a mejorar relaciones con líderes autócratas como Vladímir Putin, pero los intereses del presidente ruso chocan con los de los aliados europeos de Washington y la estrategia de la OTAN.

Trump, no obstante, ha demostrado en casos como Dinamarca, Panamá, Canadá e incluso Israel, que está dispuesto a imponerse a sus aliados a través de la ley del más fuerte para alcanzar sus objetivos.

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