Oaxaca (México), 28 mar (EFE).- La sequía azota a Oaxaca, estado del sur de México, donde al comenzar la primavera y la etapa más crítica del estiaje algunas de sus mayores presas están por debajo del 50 % de su capacidad, lo que amenaza al sector turístico y la agricultura en una de las regiones más pobres del país.
La crisis se refleja en la presa Presidente Benito Juárez del Istmo de Tehuantepec, la zona más estrecha de México, donde el embalse está a cerca de un tercio de su capacidad de 300.000 metros cúbicos en el municipio de Jalapa del Marqués, a 210 kilómetros de la capital oaxaqueña.
“Ahorita, porque está bajo el nivel de la presa, se cerró y ahorita mantenemos un porcentaje de menos del 35 %”, precisó a EFE Luis Ángel Vásquez, encargado de la represa operada por la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Desde una vista aérea, las imágenes muestran que el color azul del agua se va desvaneciendo entre lomas blanquecinas que asemejan islas dentro de la presa y, que desde febrero pasado, van ganando espacio y descubriendo lo que fue el pueblo de Jalapa Viejo, inundado en 1962 para construir esta presa.
Un panorama de emergencia hídrica
Este panorama muestra la emergencia hídrica que vive Oaxaca, el tercer estado en México con mayor población en pobreza (58,4 %), según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Conveal), y donde una situación así se ha repetido en 2017 y 2019.
Este marzo, dos terceras partes (66,6 %) del estado, conocido por su producción de café, maíz y chocolate, afrontan una sequía que va de “moderada” a “extrema”, según el Monitor de Sequía de la Conagua.
Gregorio López, un hombre de 76 años de edad, aún recuerda el sitio donde estaba su casa en Jalapa el Viejo, cuyos restos emergieron en la presa a principios de este 2024 por la sequía, falta de lluvias y escasas cosechas.
“Mucho muy dura la sequedad este año, no hubo nada (de lluvias), todos mis paisanos de esta zona (están) igual, sembraron y no hay nada así como aquí porque no hubo lluvias”, comentó a EFE mientras caminaba por las ramas secas de maizales que se secaron desde hace un año.
Frente a su rancho se observan los restos de Jalapa Viejo, unas cárceles antiguas y el sitio donde recuerda que se construyeron las viviendas de los trabajadores que llegaron para construir la presa.
El agua irriga los campos de cultivo de la región, como hortalizas, pastos, maizales y arboles frutales de mango y limón de las localidades de Guiengola, Mixtequilla y Tehuantepec.
La obra sirve a más de 7.800 habitantes, de acuerdo con los datos de un letrero informativo del Gobierno que anuncia la rehabilitación y modernización de la presa.
Reflejo de la crisis climática
A 200 kilómetros de Jalapa del Marqués, está la presa Piedra Azul en el municipio de Teotitlán del Valle, donde está a menos del 30 % de su capacidad.
Esta presa se inauguró en 1968, pero solo se llenó y desbordó en 2010.
Desde el aire se observa que el agua se va reduciendo hacia la zona de la compuerta, que permanece enterrada por la cantidad de piedras y arena que arrastraron las intensas lluvias de 2010.
Ismael Jiménez, campesino en Teotitlán, aún recuerda lo caudaloso que eran los ríos que atravesaban su pueblo hace unos 40 años, pero afirma que ahora toda la humanidad está aprendiendo la lección de lo que significa para el planeta la pérdida de un árbol.
“Yo pienso que uno mismo tiene la culpa porque cuando ponemos una casa o algo así tumbamos árboles y no reforestamos, no somos de esas personas que si quitamos un árbol sembramos dos, entonces ahorita apenas estamos viendo las consecuencias”, advirtió.