San Juan, 11 jul (EFE).- La residencia de Bad Bunny en Puerto Rico, que comienza este viernes con el primero de 30 conciertos, es un fenómeno sin precedentes en la isla que está generando gran impacto económico y repercusión internacional.
La isla vive una revolución que va más allá de los conciertos. Desde la venta de accesorios relacionados con Bad Bunny como la tradicional pava, sombrero de paja, a la organización de recorridos por su municipio natal y las publicaciones de un diccionario para entender sus letras y un estudio científico sobre su música.
El artista puertorriqueño anunció inicialmente 21 conciertos en la isla pero, ante la gran demanda, aumentó a 30 las funciones, que se llevarán a cabo todos los fines de semana desde el 11 de julio hasta el 14 de septiembre en el Coliseo de Puerto Rico.
“Mucha música, mucha magia, es algo que no te vas a esperar, lo que tú piensas que va a pasar es lo contrario, eso es Bad Bunny y eso es Puerto Rico”, dijo a EFE sobre la residencia Víctor Nieves, trompetista de la agrupación Los pleneros de la negra, que va a asistir a uno de los conciertos de este mes.
La serie de conciertos, titulada 'No Me Quiero Ir De Aquí' y preámbulo de una gira mundial, llega tras el lanzamiento a principios de año de su álbum, 'Debí Tirar Más Fotos', un reivindicativo homenaje a su isla natal que fusiona reguetón con los ritmos autóctonos de la salsa y la plena.
400.000 boletos vendidos en tiempo récord

“¡Histórico! 30 funciones 'sold out' en tiempo récord, la residencia de Bad Bunny en el Coliseo. Sobre 400.000 boletos vendidos en tan solo cuatro horas”, informó la empresa promotora del evento Move Concerts el pasado 17 de enero.
Las primeras nueve funciones quedaron reservadas para los residentes de Puerto Rico, que hicieron filas de hasta 20 horas para conseguir en persona su entrada en los puntos habilitados en la isla.
Los organizadores abrieron las funciones previstas a partir del 1 de agosto a los fanáticos de distintas partes del mundo y ofrecieron experiencias VIP que incluyen desde dos noches de hotel a entrada prioritaria al concierto y bolsas de regalos de edición limitada.
Con 'No Me Quiero Ir De Aquí', el artista urbano marcó un récord de conciertos consecutivos en el Coliseo, la principal sala de espectáculos de la isla, superando las 14 funciones del dúo de reguetón Wisin y Yandel.
Millonario impacto económico
Según un estudio comisionado por el Municipio de San Juan, la residencia de Bad Bunny tendrá un impacto económico para la isla de 377 millones de dólares y creará aproximadamente 3.642 empleos directos, indirectos e inducidos.
“Es una oportunidad única para posicionar a nuestra ciudad capital de San Juan como esa vitrina donde los ojos del mundo se van a estar posicionado en estos próximos tres meses”, aseguró a EFE Daphne Barbeito, directora del Departamento de Desarrollo Económico y Turismo del Municipio de San Juan.
Barbeito explicó que se está dando “una actividad económica sin igual” y que han estado en contacto con los distintos sectores para que se beneficien y para que los visitantes conozcan “otras áreas de San Juan” que no son las más turísticas.
Hay unas 40.000 noches de hotel reservadas y las búsquedas en Airbnb aumentaron más de un 140 % durante esas fechas, temporada baja en Puerto Rico, en comparación con el mismo periodo de 2024, lideradas por fanáticos de Estados Unidos, España, México, Canadá, Colombia, República Dominicana, Chile, Francia y Ecuador.
Influencia hasta en la lingüística y la ciencia
Al generar tanta expectación la residencia, han surgido en el último mes varias iniciativas curiosas para explicar las letras de Bad Bunny y para estudiar el impacto de su música en la química cerebral.
La lexicógrafa puertorriqueña Maia Sherwood Droz creó el diccionario 'El ABC de DtMF', que define el vocabulario puertorriqueño y referencias culturales como lugares, nombres de personas y menciones musicales con ejemplos tomados de las 17 canciones del álbum.
Por su parte, el Colegio de Químicos de Puerto Rico (CQPR) presentó un análisis en el que asegura que la música de Bad Bunny activa neurotransmisores, como dopamina, serotonina y oxitocina, generando placer, bienestar, euforia y un fuerte sentido de comunidad.
“La gente no solo baila, también se conecta bioquímicamente”, afirmó María Santiago Reyes, miembro del CQPR, quien destacó que “la química del cerebro explica por qué miles de personas se sienten tan emocionalmente vinculadas a estas experiencias masivas”.