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La amenaza de más efectivos no acalla las protestas de Los Ángeles

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Los Ángeles (EE.UU.), 10 jun (EFE).- Las protestas de Los Ángeles, que alcanzan este martes su quinto día y que han convertido el complejo federal en el centro de la ciudad en un campo de batalla, no cesaron ante la amenaza del presidente de EE.UU., Donald Trump, de invocar una antigua Ley de Insurrección para acallar las manifestaciones contra las redadas migratorias.

Cientos de manifestantes se congregaron frente a las puertas del edificio federal, que siguen resguardadas por decenas de soldados que impiden el acceso a las instalaciones salvo vehículos autorizados.

Alrededor del edificio una multitud aguarda de manera pacífica: guitarra en mano, algunos cantan contra la presencia de la Guardia Nacional y las redadas migratorias llevadas a cabo el pasado viernes por el Gobierno de Donald Trump y que dieron origen a las protestas.

Mientras, otros ofrecen alimento y botellas de agua tanto a los manifestantes como a los decenas de medios de comunicación desplegados en la zona.

En los alrededores ondea la bandera mexicana mientras se corean consignas y se ensalzan pancartas en las que se preguntan dónde estaba la Guardia Nacional en disturbios como los del 6 de enero de 2021 ante el Capitolio u otros que rezan “liberad a mi gente”.

“Las políticas de deportación masiva de Donald Trump son un gran fracaso. Estas operaciones en Los Ángeles tienen más que ver con un intento de provocar disturbios y encumbrar las políticas fallidas de Trump”, asegura a EFE Hoku Jeffrey, uno de los manifestantes.

La tensión se apodera del ambiente a medida que pasan las horas y las decenas de fuerzas de seguridad de la ciudad tratan de mantener controlados a los manifestantes.

Hasta el momento, Trump ha autorizado el despliegue de 4.000 miembros de la Guardia Nacional de California, más 700 efectivos de la marina, pero estos solamente tienen órdenes de proteger a funcionarios y edificios federales.

Por la mañana el presidente afirmó que, de ser necesario, invocará la Ley de Insurrección, que le otorga la facultad de desplegar al Ejército para reprimir episodios de desorden civil, para disolver militarmente las protestas desatadas en Los Ángeles.

La calle poco a poco toma forma de campo de batalla: dos líneas diferenciadas entre manifestantes y efectivos, que agrandan cada vez el terreno dispuestos a dispersar a los manifestantes con porras en mano y pelotas de gas pimienta.

Tras la detención de un manifestante a manos de las fuerzas de seguridad despeja la calle principal y detienen a aquellos que se resisten a acatar las órdenes de las autoridades de abandonar el recinto.

La multitud comienza a dispersarse aunque una gran mayoría corre a cortar el paso de vehículos en la Autopista 101.

El centro de Los Ángeles vandalizado

Gran parte de las calles donde se han ido desarrollando las protestas amanecieron completamente vandalizadas tras varios días de tensión.

Aun con la situación más calmada que en las anteriores jornadas, las calles del centro de Los Ángeles donde se ubican los edificios gubernamentales se encuentran prácticamente vacías de turistas y viandantes.

El edificio del Departamento de la Policía de Los Ángeles viste a modo de fortaleza con decenas de miembros de las fuerzas de seguridad asegurando el perímetro.

También el Ayuntamiento de Los Ángeles se encuentra repleto de guardias mientras personal limpia las pintadas de spray, resquicio de las durezas que vive parte de la ciudad.

Y en medio de los intentos por restablecer el orden, lejos de cesar el ruido de las protestas, las sirenas de coches de policía y las aspas de varios helicópteros que sobrevuelan las calles no paran de sonar.

Estas fricciones no solo se sienten en las calles, sino también a nivel político.

El gobierno de California respondió este martes a los actos del presidente con una solicitud de emergencia ante un tribunal solicitando una orden que impida al Pentágono ampliar la misión actual del personal federalizado de la Guardia Nacional de California y la Infantería de Marina, pero esta fue rechazada por el juez de distrito Charles R. Breyer.

El juez programó una audiencia para el jueves en la que se prevé que California y el gobierno federal presenten sus argumentos sobre si se debe permitir o no el uso de las tropas en estas tareas.

El despliegue total de los casi 5.000 soldados tendrá un costo de 134 millones de dólares que cubrirán transporte, alimentación, alojamiento y otros gastos hasta un máximo de 60 días, según cifras compartidas por el Pentágono.

EFE/EPA/ALLISON DINNER

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