Ciudad de México, 22 feb (EFE).- El investigador Francisco Valdés, autor del recientemente publicado “Ensayo para después del naufragio”, consideró en una entrevista con EFE que la democracia mexicana “está bastante enferma”, una situación de la que el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene parte de culpa.
Aunque el mandatario achaque los problemas de México a lo que él llama el “periodo neoliberal” que comprendería los sexenios anteriores a su Administración, el autor consideró que López Obrador pone en jaque al sistema democrático con su propuesta de reforma electoral.
“No creo que el neoliberalismo tenga culpa de todo. Los mexicanos somos los responsables de lo que ha pasado, y el presidente y (su partido) el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) también”, dijo Valdés, miembro del Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
De progresar la reforma legislativa conocida como “Plan B”, que promueve la reducción del presupuesto y la estructura del Instituto Nacional Electoral (INE), auguró que las elecciones presidenciales de 2024 “no serán limpias”.
“Habrá una polarización muy grande y violencia política, si hay una percepción extendida de que los comicios no son justos”, agregó.
La desigualdad social, señaló el autor, es otro de los flancos por los que la democracia mexicana está desangrándose.
“Y por eso es importante atender prioritariamente la política social tendiente a reducir las desigualdades y mejorar la condición de los sectores sociales menos favorecidos”, incidió.
No obstante, el problema de fondo, añadió Valdés, radica en que la “joven” transición democrática mexicana y la llegada de la oposición a las instituciones no mejoraron la forma en la que los partidos hacen uso del poder político.
“Seguimos gobernándonos con un sistema de poderes que tiene grandes lastres del periodo autoritario, un presidencialismo exacerbado que tiene condiciones para funcionar cultural y legalmente de forma arbitraria”, alertó.
“Ensayo para después del naufragio”, editado por Debate, disecciona la salud de la democracia a nivel global y alerta sobre las amenazas que se ciernen sobre ella.
Es, explicó el investigador, un mensaje de socorro metido dentro de una botella que espera que llegue a la sociedad civil y los políticos demócratas.
¿NAUFRAGARÁ LA DEMOCRACIA?
Aunque Valdés alertó de que la democracia, fruto de la insatisfacción de la población con sus Gobiernos, está dejando de ser el sistema preferible en muchos países del mundo, el naufragio todavía es evitable.
“La cuestión no está definida, podemos continuar en una situación de relativa autocratización en algunos países, pero que se mantenga la tendencia general, que sigue siendo democrática”, auguró.
No obstante, destacó que la cantidad de personas gobernadas por sistemas no democráticos ha aumentado significativamente en los últimos años.
“Me preocupa el número de países que han transitado de una situación democrática a una autocrática en Europa: Rusia, Bielorrusia, Hungría y Polonia en algunas aspectos. Aunque no tan fuertemente como en América Latina, con Venezuela, Nicaragua o Cuba”, expuso.
México y otros países de la región, agregó, también sufren tendencias autocráticas.
REINVINDICARLA COMO DERECHO HUMANO
“Yo reivindico la democracia como un derecho humano”, exclamó con ahínco Valdés al introducir una de las ideas que vertebran su ensayo.
Con esta reclamación, explicó, busca que haya dos principios de la democracia que vayan más allá de estructuras políticas concretas: el principio de igualdad de todos los individuos y el respeto al derecho de la mayoría.
“Sopesar y balancear estos dos principios es, en mi opinión, la clave para que los sistemas democráticos mejoren”, consideró.
Pero alertó de que existen “fuerzas políticas y económicas muy poderosas que quieren detener este proceso” y que son, junto a la sociedad, los mayores responsables de que no todavía no se hayan superado “los atavismos del siglo XX”.
Y aunque dijo que el objetivo todavía está lejos, puso como ejemplos esperanzadores las reclamaciones de la Unión Europea a sus socios comerciales para que respeten los derechos humanos y la Carta Democrática Interamericana, que reconoce la democracia como un derecho del pueblo.
“Siempre, antes de convertirse un derecho en una norma jurídica, ha habido detrás una fuerza moral, una exigencia”, aseguró el investigador al citar como ejemplo el derecho al voto, a la alimentación, a la educación y otros.