Naciones Unidas, 6 sep (EFE).- El informe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) sobre la planta de Zaporiyia no ha servido para frenar el cruce de acusaciones entre Rusia y Ucrania de bombardear terrenos cercanos a la mayor central nuclear de Europa y de poner así en peligro la seguridad de Ucrania y de toda la región.
El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió este martes, a petición de Rusia, para tratar específicamente sobre la situación de Zaporiyia, y lo hizo horas después de que el OIEA publicara en Viena un informe de 52 páginas elaborado después de que los inspectores de ese organismo visitaran durante una semana la planta, ocupada por fuerzas rusas casi desde el inicio de la invasión de Ucrania.
Curiosamente, el trabajo de los inspectores y hasta su informe final fue alabado por todos los que intervinieron este martes en el Consejo, incluidos el embajador ruso y el estadounidense, y esto aunque no haya servido para establecer de dónde proceden los ataques a la planta, asunto crucial para establecer responsabilidades.
Comenzó la sesión con una exposición del director general del OIEA, el argentino Rafael Grossi, quien advirtió que la presencia de vehículos y equipamiento militar rusos en la planta supone una presión indebida sobre la planta y por ello deberían ser retirados; además, recordó que “debe restablecerse la comunicación con el regulador ucraniano, que ha sido interrumpida”.
Salvo esas dos peticiones directamente dirigidas a Rusia, la exposición de Grossi fue diplomática, en el sentido de que evitó cargar únicamente las culpas contra los rusos, y evitó aludir a los bombardeos que constituyen el nudo de la discordia de las últimas semanas.
El embajador ruso, Vasili Nebenzia, conminó a Grossi a especificar qué equipamiento ruso fue identificado por los inspectores dentro de la planta, pero el argentino no quiso entrar en detalles y abundó más bien en sus agradecimientos a todas las partes por permitirles realizar su visita porque -recordó- la prioridad ahora es “proteger la central y establecer una zona de seguridad”.
DESCONEXIÓN TÉCNICA O REDIRECCIÓN A RUSIA
La central de Zaporiyia fue desconectada de la red eléctrica ucraniana desde la tarde del lunes, tras ataques perpetrados el día anterior -de los que se culpan, de nuevo, Rusia y Ucrania-, y esta situación supone peligros adicionales porque a falta de electricidad, los reactores nucleares no cuentan con refrigeración y se multiplica así el riesgo de una fuga.
La desconexión de Zaporiyia de la red ucraniana fue en principio decidida por Gobierno de Volodymyr Zelensky, pero en la sesión del Consejo el representante de Estados Unidos, Jeffrey DeLaurentis, advirtió contra supuestos planes rusos de conectar Zaporiyia a la red eléctrica rusa y arrabatarla así a Ucrania como fuente energética.
DeLaurentis aludió además al rechazo de Rusia de firmar el documento final de la reciente conferencia del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), algo que sirvió “para mostrar la verdadera cara de Rusia: su falta de compromiso sobre el uso pacífico de energía nuclear (que) cuestiona sobre su confiabilidad como proveedor de material nuclear, tecnología y equipos”.
RECUENTO DE RUSIA
Como Rusia había convocado la sesión, tenía interés en probar la culpabilidad de Ucrania en lo sucedido actualmente, y así el embajador ruso hizo un recuento pormenorizado de los ataques que según él han lanzado las fuerzas ucranianas casi a diario desde el 1 de septiembre contra la central.
Según Nebenzia, estos ataques fueron la causa de que la reunión de los inspectores del OIEA y un representante de la Federación Rusa se retrasara 4 horas, debido a un proyectil que explotó “a solo 400 metros de la unidad de energía número 1 y supuso una amenaza directa contra los inspectores”.
Hoy mismo -aseguró el embajador- cinco proyectiles salieron desde las líneas ucranianas y cayeron en las cercanías de la central, pero aseguró que “la radiación en la planta es todavía normal”.
Y mientras ambas partes se acusan de poner en peligro la paz del mundo, el OIEA mantiene a dos inspectores dentro de la planta, con el fin de establecer en torno a ella un perímetro de seguridad que ambas partes respeten. Sin señalar a nadie con el dedo como única garantía de seguir en su misión.