Yajalón (México), 14 jun (EFE).- A una semana de un éxodo masivo, en el que unos 4.000 indígenas choles del municipio de Tila, fueron víctimas de desplazamiento forzado, el sitio enclavado en la parte norte del estado de Chiapas (sureste de México) luce desolado.
Sin embargo, permanecen las evidencias de la violencia en casas que fueron quemadas y los casquillos percutidos sobre las calles, evidencias que agentes de las fuerzas federales y estatales intentaron borrar tras el caos que generó un grupo criminal generador de violencia en la región.
Aquel día, más de 4.000 indígenas choles fueron desplazados por la violencia que azota a la localidad de Tila debido a los enfrentamientos entre dos grupos armados uno denominado 'Los Autónomos' y otro reconocido como 'Karma'.
Ante la incertidumbre de que esta problemática de desplazamiento no sea atendida por los Gobiernos federal y estatal, algunos habitantes decidieron ingresar a Tila para alimentar a sus gallinas, perros y gatos, pero tienen temor de perder parte de su patrimonio.
“Hasta hoy está tranquilo y lo que pedimos es que haya paz, yo decidí quedarme porque no puedo estar en otro lugar, otra casa, tengo que cuidar mis animales, y no me meto en problemas”, expresó a EFE, Francisco, de 78 años, poblador de Tila y quien se reservó su apellido como medida de seguridad.
Después de los ataques en el municipio solo quedaron un puñado de habitantes, en su mayoría personas de la tercera edad quienes además de ser de bajos recursos, sufren diversos padecimientos y enfermedades que les impidieron dejar su hogar por la violencia y ahora se les ve caminar por las deterioradas calles, entre los comercios de artículos religiosos y casas cerradas, en busca de comida y servicio médico.
“La verdad iban por mí, me iban a matar como modo de presión para que mi hijo se entregara, me quemaron la casa y un coche”, expresó a EFE una mujer mayor que dijo llamarse Catalina, “pero no quiero dejar mi casa, ni mis recuerdos”.
El Gobierno busca el retorno
Desde el pasado lunes, tres días después del éxodo, el Gobierno mexicano intentó convencer a los desplazados de retornar a sus hogares, para ello el Ejército mexicano instaló en el edificio de una escuela, el Colegio de Bachilleres de Tila, un centro de atención y entrega de ayuda humanitaria a los desplazados.
Otro intento fue de la Secretaría del Bienestar que buscaba convencer a los desplazados de su retorno a través de los 14 programas sociales, los cuales serán ofrecidos a la población en un módulo que instaló en el poblado de Tila, pero los afectados rechazaron la propuesta.
Sin embargo, las víctimas insisten en que “no hay condiciones para su retorno”, por lo que continúan realizando las denuncias ante la Fiscalía General del Estado (FGE) de Chiapas, dependencia que no se da abasto para integrar la demanda colectiva, indicaron las víctimas de desplazados forzados.
Él éxodo masivo se da en un contexto de lucha agraria entre agricultores legales y autónomos, que por años buscaron la acreditación de la propiedad en la que viven y las tierras que son para cultivo ante el Gobierno federal, pero acusaron que este fue omiso ante la problemática.
Pobladores señalan que los grupos armados Karma y Autónomos están en disputa de las tierras, pero este año el Ejército mexicano llegó para calmar las cosas, pero ambos grupos corrieron a los militares y se desató la problemática y la violencia.
De acuerdo con los registros históricos, este es el segundo episodio más violento que vive el municipio de Tila, el primero ocurrió en noviembre del año 2023, cuando también la cabecera municipal permaneció sitiada por casi 15 días y dejó como saldo ocho jóvenes fallecidos.
El éxodo de miles de familias indígenas se dio el pasado viernes luego de que los pobladores vivieron casi cinco días atrincherados en la zozobra y el terror generado por grupos delincuenciales.