Washington, 2 mar (EFE).- Josh Paul fue la primera cara, y la más visible hasta ahora, del creciente rechazo dentro del Gobierno de Estados Unidos a la política de apoyo inquebrantable que el presidente del país, Joe Biden, ha tenido hacia la ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza.
No habían pasado ni dos semanas desde que Israel había iniciado los bombardeos sobre el enclave palestino en represalia por la masacre de Hamás del 7 de octubre cuando Paul, entonces funcionario del Departamento de Estado, acaparó todos los titulares al presentar su renuncia.
“Fue una decisión difícil, pero en cierto modo no lo fue, porque supe que habíamos cruzado una línea roja”, rememora cinco meses después en una entrevista con EFE.
Sin espacio para el debate
Josh Paul trabajó durante 11 años en la Oficina de Asuntos Político-Militares del Departamento de Estado, que se encarga de gestionar la ayuda militar y la transferencia de armas de Estados Unidos a otros países.
Por esa oficina pasa la autorización de cerca de 180.000 millones de dólares anuales en armamento para socios de Washington como Arabia Saudí, Ucrania, Taiwán, Israel o países latinoamericanos.
Aunque muchas veces estuviera en desacuerdo con las políticas de la Administración estadounidense, Paul siempre creyó que valía la pena intentar influir desde dentro del Gobierno, pero la guerra de Gaza lo cambió todo.
“Lo que aquí fue diferente, y supuso una línea roja, fue que no había espacio para ningún tipo de debate político después del 7 de octubre”, recuerda.
Tras el ataque de Hamás, rememora Paul, hubo “prisa por armar a Israel” y se daba por hecho que dentro de la oficina se tenían que acatar las órdenes sin dejar lugar a la discrepancia interna.
“Sentí que tenía que hacer algo. Sin espacio dentro del Gobierno ni interés por parte del Congreso para tener esta discusión, el único lugar que quedaba era la esfera pública. Supe que tenía que renunciar”, relata.
Cuando presentó su carta de dimisión el 18 de octubre, unos 2.500 palestinos habían muerto en los bombardeos de Gaza, una cifra que Paul ya consideraba en ese momento que era demasiado alta.
A día de hoy, más de 30.000 personas han fallecido en la ofensiva por tierra, mar y aire del Ejército israelí, según cifras de Hamás, que controla el enclave palestino.
“Es absolutamente desgarrador”, afirma Paul, quien sostiene que Estados Unidos es responsable “de gran parte de este sufrimiento mediante el suministro continuo de las armas que lo están causando”.
Presiones por un cambio de postura
Centenares de funcionarios y políticos de la Administración estadounidense han firmado cartas pidiendo a Biden un cambio en su postura hacia el conflicto.
El apoyo entre los jóvenes estadounidenses a un alto el fuego en Gaza es abrumador y Biden recibió el martes un toque de atención en las primarias de Míchigan, un estado con una gran comunidad árabe y musulmana, donde más del 13 % de los votantes demócratas votó en blanco, principalmente, en protesta por la guerra.
Con el paso del tiempo, Biden ha ido aumentando las críticas hacia las consecuencias humanitarias de la ofensiva israelí y Estados Unidos planteó por primera vez la semana pasada una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que propone un “alto el fuego temporal”.
Según Paul, todo esto se explica por la presión dentro de Estados Unidos, ya que mucha gente dentro del Gobierno está “muy preocupada” por la situación, así como exterior, dado que esta situación ha “dañado” la relación con los aliados de Washington en Oriente Medio.
Además, subraya el exfuncionario, la actitud del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dispuesto a seguir con la guerra cueste lo que cueste, no le está dando “ningún favor” a Biden.
“Creo que a medida que Estados Unidos se da cuenta del daño que ha causado su enfoque hacia Israel en este conflicto, está comenzando a ver que es necesario un cambio”, comenta.