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Foreman por Foreman

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Redacción Deportes, 1 abr (EFE).- En el ring, como en sus 76 años de vida, George Foreman sintió en carne propia que la victoria no consiste solo en derribar al oponente, sino en levantarse después de caer.

El dos veces campeón mundial de los pesos pesados y ganador de una medalla de oro olímpica en 1968 con apenas 16 años también perdió, y mucho, pero sorprendió a propios y extraños con su capacidad de resiliencia.

Cuando decidió colgar los guantes, en 1977, en su cuenta había aproximadamente cinco millones de dólares. Y apenas tres años después de su alejamiento de los cuadriláteros, el dinero se esfumó por culpa de las malas inversiones y su costosa vanidad.

Entonces entendió y siempre repitió a quien quería escucharlo: “La victoria no se trata solo de derribar a tu oponente, sino también de levantarte cuando te caes”.

Casi 45 años después 'Big George', el hombre que se fue de este mundo el 21 de marzo, acumulaba un patrimonio neto calculado en 300 millones de dólares, producto de su exitosa parrilla y otros negocios relacionados con la televisión, publicaciones y sociedades comerciales.

Solo la parrilla conocida como 'George Foreman Grill', diseñada para una alimentación saludable, vendió más de 100 millones de unidades en todo el mundo.

“No dejes que el éxito te confunda, ni que el fracaso te defina”, solía aconsejar en conferencias el hombre nacido el 10 de enero de 1949 en Marshall (Texas).

Y a quien lo confrontaba con sus costosos errores, respondía: “No le temas al fracaso, recuerda que solo aquellos que se atreven a fallar, pueden lograr grandes cosas”.

Sin temor, sin freno

El incombustible Foreman, que se dio el lujo de volver a los cuadriláteros en 1994 para recuperar el título mundial con 45 años proclamó entonces: “Siempre es posible dar un paso más, incluso cuando crees que no tienes nada más que dar”.

“El miedo es como un fuego furioso, pero solo puedes apagarlo si te enfrentas a él”.

Y enseñó que no debe temerse al intercambio. “Cuando un rival te da un gancho y te abre el ojo y no le puedes ni ver, piensas: esta es la última vez. Pero después ganas, gozas de la victoria y es cuando te dices: una vez más”.

“El deporte es importante, pero la imagen que yo quiero dejar a los niños es la de saber enfrentarse a la vida. Ganar o perder forma parte del deporte”.

Nada está escrito, pero todo se arriesga cuando no se tiene nada

Al boxeo lo definió como “una aventura tremenda”.

Pero pocos saben que no quería vivirla.

“Nunca he querido ser boxeador. He empezado cuando estaba en una situación de pobreza. Mi madre era la única que estaba a cargo de toda la familia, mi padre se había marchado antes. Siempre tenía hambre. Nunca tenía lo suficiente para comer”.

“Por la tarde lo que hacía era boxear, no era muy bueno, pero cerraba los ojos y luego los abría y el tipo estaba en el suelo”.

Tras su debut profesional en 1969 y enlazar las primeras victorias de su carrera, en la que dejó un impresionante récord de 76 victorias (68 por nocaut) y apenas cinco derrotas, comparó su oficio con el pacífico ajedrez.

“Hay que saber qué movimientos hacer y cuándo hacerlos”.

Pero también supo resolver con humor y fuerza momentos menos tranquilos: “La pelea estaba amañada: la arreglé con un derechazo”.

Después de muchos golpes propinados y encajados eligió para él una condición más noble: “Un héroe es alguien bueno que nunca va a cambiar”.

Ganar o perder marcó el péndulo de la vida de Foreman. “Yo tengo la sensación de que me van a matar, que me van a tumbar, pero a la vez estoy lleno de fuerza y pienso que puedo ganar. Es algo inigualable”.

Hernán Bahos Ruiz

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