Medellín (Colombia), 12 sep (EFE).- A Colombia hubieran llegado en canoa, de ser necesario, con tal de vivir el sueño. Y lo vivieron.
Una delegación fiyiana con 21 futbolista menores de 20 años llegó a Bogotá desde Suva, para partir en dos la incipiente historia del fútbol de ese país del Pacífico Sur habitado por no más de un millón de personas en sus 300 islas.
Pasado el deslumbramiento por la clasificación por primera vez a un Mundial femenino sub-20 y tres partidos después, los correspondientes a la fase de grupos, la realidad fue más dura por el balance de ningún gol a favor y 29 en contra.
Aún así, la prueba ruda no quebró el “espíritu de lucha” de las pupilas de Angeline Chua, que se han marchado de Colombia con la certeza de que serán inspiración para próximas generaciones, no solo en el archipiélago.
Haberse convertido en la primera selección femenina de Fiyi, en cualquier división, en llegar a un Mundial les confiere todas las licencias, pese a que las selecciones de Brasil, Canadá y Francia impusieron claras distancias y privaron a las chicas Bula de volver a casa, al menos con un gol.
“Este es nuestro proceso y disfrutamos la presión”, dijo la entrenadora Chua, nacida en Singapur, quien en una reciente entrevista con la FIFA antes del comienzo de la undécima edición del Mundial dijo hubieran viajado de cualquier manera.
“Si tuviéramos que hacerlo, cruzaríamos el Pacífico en canoa para llegar a Colombia”, enfatizó.
Dura realidad
En Medellín, que acogió al Grupo B, la selección oceánica cayó vapuleada 9-0 por brasileñas y canadienses. Pero el peor revés lo sufrió ante las francesas con un 11-0, la máxima goleada que se ha registrado hasta el momento en un Mundial sub-20 femenino.
Sin embargo, Chua ha preferido ver el vaso medio lleno.
Cada segundo en la competición valió la pena al debutar en la escena mundial, acumular experiencia y la semilla que sembraron en pequeñas compatriotas.
“Muchas niñas vieron los partidos y tenemos a un equipo juvenil jugando las eliminatorias para la Copa Mundial Sub-17. Así que jugar en esta etapa ayuda a que las demás jugadoras se motiven”, declaró la entrenadora a EFE.
Aún con los decepcionantes resultados, sus dirigidas se mantuvieron en pie y fueron solidarias dentro y fuera del campo. Lucharon por cada pelota como si no hubiera un mañana, sin importar que el marcador las invitara a renunciar. Las impulsó, en gran parte, a anotar un gol.
Era la “meta soñada”, un objetivo por el que lucharon “muy duro”, pero que no se alcanzó.
No obstante, hubo pequeños tramos que las alientan a continuar trabajando por el fútbol femenino en Fiyi, especialmente el inicio de los segundos tiempos. Momentos de claridad con chispazos de calidad de la creativa Elesi Tabunase, con el oficio de la mediocampista Preeya Singh y la entrega de la defensora Angeline Rekha.
“El crédito es todo de las jugadoras porque tienen mucho espíritu de lucha en ellas”, dijo Chua, quien reconoció que “hay mucho trabajo por hacer al volver a casa”.
En su paso por Colombia, las fiyianas dejaron huella con su cánticos de góspel al finalizar los partidos, los mismos que se hicieron virales en la Villa Olímpica en París como parte de un bellísimo ritual que resonó por el estadio Atanasio Girardot para “poner a Dios primero”.
Ese canto, que “no significa que nosotras estemos felices” tras las derrotas, reconforta al plantel, a integrantes como la portera Aliana Vakaloloma, de 15 años, quien pese a encajar 29 goles, hizo 116 paradas de riesgo, según cifras de la FIFA.
“Estoy muy agradecida por todo. Las chicas han sido tan solidarias y solo tratamos de mantener la cabeza en alto durante los juegos, sabiendo que representamos a un país y que estamos agradecidas por esta oportunidad”, dijo a periodistas Vakaloloma.
Jeimmy Paola Sierra