Puebla (México), 23 oct (EFE).- Durante cinco generaciones, la familia Quintana en el estado de Puebla, centro de México, ha conservado la tradición de fabricar las calaveritas de azúcar que decoran ofrendas y altares el Día de Muertos en México, tradición que en este país se celebra el 1 y de 2 de noviembre.
Por sus colores y su elaboración artesanal, las calaveritas de azúcar son únicas en el mundo y un punto clave es que deben portar el nombre de la persona a la que se recuerda en la ofrenda, una especie de homenaje lleno de comida, bebida y otros gustos, donde se espera “el arribo de las almas” al mundo de los vivos.
La colocación de esta figura, elaborada con productos básicos como azúcar, agua y colores vegetales, es una tradición que data de la época prehispánica y que sigue arraigada aunque desde hace décadas también se hacen con chocolate.
Durante más de 100 años el negocio Arte Mexicano El Colobrí, ubicado en el estado de Puebla, se ha dedicado a la elaboración de estas artesanías, que son fabricadas a altas temperaturas, con cazo de cobre y moldes de barro.
Ernesto Quintana Reyes, artesano de dulces típicos, compartió a EFE que pertenece a la quinta generación de su familia que trabaja este producto para mantener viva la tradición.
Si bien dijo que es un dulce “fácil de hacer”, se pueden tardar hasta cuatro días en su elaboración por los pasos que debe cumplir, además del proceso de secado, para evitar que se dañen.
Reveló que anualmente llegan a fabricar unas 25.000 calaveritas, las cuales en su mayoría son exportadas a España y Alemania, por lo que comienzan su elaboración desde junio para poder cumplir con los pedidos.
¿CÓMO SE ELABORAN?
El primer paso es colocar azúcar en un cazo de cobre y se vierte agua para que pueda hervir por un tiempo aproximado de 15 a 20 minutos a una temperatura de 110 grados.
Posteriormente, para saber si cuenta con la consistencia necesaria para comenzar su elaboración, se realiza la “prueba de la bola”, que consisten en tomar la mezcla y colocarla en agua fría.
Una vez lista, se vierte en moldes de barro que previamente fueron sumergidos en agua para lograr un enfriado perfecto del producto y se puedan desmoldar.
A decir de Quintana Reyes, este es el proceso más rápido, debido a que una vez que se llenan los moldes deben pasar dos o tres minutos y puede comenzar el retiro de los moldes para que quede un cráneo blanco.
Después se inicia el decorado, donde primero se coloca la frente y los ojos, es decir, se pega el papel de colores en la parte superior del cráneo, así como papelitos redondos que son colocados en los orificios que simulan los ojos.
Y el último paso es el que le da vida a la calavera que es el decorado con duyas elaboradas con pequeñas bolsas de plástico, donde se vierte una mezcla de azúcar con colores vegetales y se comienza a colorear el cráneo.
Una vez terminadas se deben secar a temperatura ambiente para evitar que cuando se empaque se rompan.
Colorida y alegre, el cráneo de dulce es una de las artesanías más icónicas de México y de la tradición del ya próximo Día de Muertos.