Glendale (EE.UU.), 25 jun (EFE).- A pesar de no ser tenido en cuenta en el Sao Paulo y de deambular por un equipo y otro en los últimos años, apenas James Rodríguez se pone la camiseta de la selección colombiana reaparece el jugador que deslumbró al planeta en el Mundial de Brasil 2014, hace ya diez años.
En ese mundial en el que salió goleador James se consagró. Y el protagonismo del cucuteño de 32 años se mantiene vigente desde sus comienzos con la selección absoluta en 2011.
Como lo demostró el lunes ante Paraguay en el debut del Grupo D de la Copa América, James puso a su zurda mágica “en un lugar difícil de defender”, como afirmó Daniel Garnero, entrenador de la Albirroja en la rueda de prensa con relación a las dos asistencias que se transformaron en los goles de Muñoz y Lerma para Colombia.
Con la victoria por 2-1 sobre Paraguay, el equipo de Néstor Lorenzo llegó a 24 partidos sin perder, la mayor racha vigente, y 21 han sido desde que el argentino asumió como jefe del banquillo colombiano.
Pero Lorenzo ha tenido dos estandartes a su lado uno es Luis Díaz y el otro es James, que contra todo pronóstico sigue dirigiendo la orquesta futbolística de Colombia y siempre marca la diferencia.
James fue elegido el mejor jugador del partido por la Conmebol al tener según sus estadísticas una efectividad de 88 por ciento con sus asistencias, con las que llegó a 30 con el equipo cafetero, tuvo ochenta toques de balón y ganó tres duelos.
El exjugador del Real Madrid y del Bayern Múnich jugó 89 minutos y salió ovacionado ante unos aficionados colombianos que colmaron el estadio NRG de Houston.
Como si fuera poco se convirtió en el primer jugador desde André Carrillo para Perú frente a Chile en 2019, en lograr dos pases de gol en el primer tiempo de un partido de Copa América.
James trabaja en silencio, calla ante las críticas por su regular andar en los clubes en los que últimamente ha jugado, y cada vez que parece que su momento pasó, renace con la camiseta colombiana, esa que lo encumbró a la idolatría máxima en el 2014 y por la que todavía se desvive, sonríe y reina en el campo de juego.