Washington, 15 mar (EFE).- Por primera vez en mucho tiempo, Estados Unidos ha quedado fuera de una decisión trascendental en Oriente Medio. Y es que el pacto de normalización de relaciones entre Irán y Arabia Saudí no fue auspiciado por Washington sino por China, su principal rival.
Riad dejó claro este miércoles que el acuerdo suscrito la semana pasada con la mediación de Pekín va en serio y aseguró que “muy pronto” podrían tener lugar las primeras inversiones saudíes en el país persa.
UN ACUERDO HISTÓRICO
Arabia Saudí e Irán, las dos potencias suní y chií, son dos enemigos tradicionales que se disputan la hegemonía regional y apoyan a bandos rivales en los conflictos en Oriente Medio como la guerra del Yemen. Aquí yace la relevancia del anuncio.
China, que hasta ahora jugaba un papel marginal en la región, ha logrado que los dos países se comprometan a reabrir sus embajadas en un plazo de dos meses, siete años después de que cortaran relaciones por los ataques a las sedes diplomáticas saudíes en Irán.
Un asunto que ha encendido las alarmas en Israel, que esperaba que Washington le ayudara a normalizar la relación con los saudíes, como ya ha ocurrido con Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, aprovechando la rivalidad común con Teherán.
¿Dónde estaba Estados Unidos? ¿China está reemplazando la influencia estadounidense en Oriente Medio? Son preguntas que resuenan con fuerza estos días en Washington.
¿PERJUDICIAL O BENEFICIOSO?
La Administración de Joe Biden, cuya política exterior está centrada en frenar el avance de China en diferentes áreas, ha aplaudido públicamente el acuerdo porque abre la puerta a una mayor estabilidad regional.
Sin embargo, ha minimizado el rol jugado por Pekín. “Me resulta difícil entender cómo nuestro papel podría ser suplantado cuando ningún país del mundo ha hecho más para ayudar a construir una región más estable”, dijo el lunes el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price.
Según Juan Luis Manfredi, titular de la cátedra Príncipe de Asturias de la Universidad de Georgetown, en Washington, la influencia económica estadounidense ha disminuido en Oriente Medio, mientras que la de China “crece de forma acelerada”.
Además, con su mediación en este asunto y con su posicionamiento ante la guerra de Ucrania, “China quiere lanzar el mensaje de que en el nuevo orden global tiene una voz tan autorizada como Estados Unidos o la Unión Europea”, considera Manfredi.
Lo cierto es que Estados Unidos no podría haber mediado en un acuerdo así porque no tiene relación con Irán, recordó a EFE Seth Binder, miembro de Project on Middle East Democracy, un laboratorio de ideas de Washington.
El experto opinó que “nos encaminamos hacia un mundo en el que Estados Unidos ya no será la superpotencia dominante”, pero eso no significa que el acuerdo auspiciado por China suponga un desafío a los intereses económicos y de seguridad de Washington en la región.
De hecho, a Estados Unidos le conviene que el acuerdo funcione. “Si hay menos tensión entre ambos países habrá menos riesgos para el comercio y eso es bueno para Estados Unidos y para la economía mundial”, recalcó Binder.
El propio Ned Price admitió el lunes que el pacto “tiene posibilidad de reducir la tensión” en la región, pero expresó dudas de que Irán cumpla con lo que se ha comprometido.
RELACIONES COMPLICADAS
La relación entre Washington y Teherán está prácticamente congelada desde el fracaso el año pasado de las negociaciones para revivir el pacto nuclear de 2015, del que se salió la Administración de Donald Turmp (2017-2021) y tras lo cual la República islámica aceleró el enriquecimiento de uranio.
El Gobierno de Biden ha afirmado que el acuerdo nuclear “ya no está en la agenda” y ha incrementado las sanciones contra Teherán por la represión de las protestas antigubernamentales y por suministrar a Rusia drones usados en la invasión de Ucrania.
Mientras que con los saudíes, históricos aliados de Estados Unidos, también ha habido turbulencias.
Biden había prometido tratar como un “paria” al príncipe heredero, Mohamed Bin Salman, por el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, pero el año pasado acabó reuniéndose con él para pedirle que aumentara la producción de petróleo.
Sin embargo, Arabia Saudí y Rusia acordaron poco después recortar el bombeo de crudo, por lo que la Casa Blanca anunció una “revisión” de sus relaciones con Riad.
Según Seth Binder, “no hay ningún indicio” de que esta revisión haya ocurrido, sino que ambas partes “han dado pasos para intentar reconciliarse”.
El experto de Project on Middle East Democracy puso como ejemplo el anuncio este martes de la compra por parte de Arabia Saudí de 78 aviones a la estadounidense Boeing, celebrado por la Casa Blanca.
Pero para Manfredi, Estados Unidos ha demostrado que “no ha sido capaz de mantener una relación a tres bandas” con las mayores potencias de Oriente Medio, algo que Pekín no ha dejado escapar.
“Cuando un actor deja de tener interés en una zona, llega otro actor relevante. La relación con Estados Unidos y Arabia ha menguado, y China ha aprovechado la oportunidad para avanzar”, remarcó el profesor de Georgetown.