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El heredero del imperio Soros, Alex Soros, se define como “más político” que su padre

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Nueva York, 12 jun (EFE).- Alexander Soros, designado hoy como el heredero en la gestión del imperio de George Soros, valorado en 25.000 millones de dólares (algo más de 23.000 millones de euros) es un joven de 37 años, hijo de su segundo matrimonio, que se define como “más político” que su padre.

Alex -como todo el mundo lo conoce- se define como un pensador de centro-izquierda muy consciente de la riqueza que posee, pero no es casualidad que la primera entrevista que concede sea al Wall Street Journal, el diario representante del establishment financiero estadounidense.

Si su padre ha sido el azote de la derecha en los últimos años -y particularmente de Donald Trump o de Elon Musk, más recientemente-, es de prever que Alex lo vaya a ser más todavía más, pues ha adelantado que aunque él y su padre piensan igual, él se siente más comprometido con las causas más queridas por el progresismo en EEUU: aborto, igualdad de género, derecho al voto y discriminación racial.

“Nuestro lado tiene que mejorar en lo de ser más patriótico e inclusivo -dijo al diario- No porque alguien vote a Trump significa que es racista o es un caso perdido”, señaló.

La fundación que hasta ahora ha presidido, Open Society Foundation, ha demostrado además su interés por un mayor compromiso con América Latina, y ha elevado de 12 a 60 millones su inversión anual en el continente, con un marcado interés en apoyar el acuerdo de paz en Colombia.

Otra diferencia con su padre es su identidad judía: Si para George Soros era casi accidental -y su fundación no se distinguió por apoyar causas judías-, Alex celebra las festividades hebreas y ha visitado Israel en varias ocasiones. Su tesis doctoral universitaria llevaba por título: “El Dionisos judío: Heine, Nietzsche y la política de la literatura”.

LAS FIESTAS Y EL FÚTBOL AMERICANO

Hace siete años, el tabloide The New York Post, vocero del populismo de derechas, dedicaba un largo artículo nada amable a Alex Soros describiéndolo algo así como un fiestero irredento que pasaba los veranos en las exclusivas playas de los Hamptons, destino estival de las grandes fortunas neoyorquinas.

Decía el diario que le gustaba rodearse de estrellas del baloncesto, celebridades musicales o efímeras “influencers” de una temporada, y que ese medio lo atraía después de haber pasado una infancia relativamente discreta en el condado de Katonah (norte del estado de Nueva York) en la que no faltaban detalles de opulencia como una granja de llamas o una sala de cine para consumo familiar.

Al paso de los años, Álex se fue retirando del mundo frívolo de las fiestas y se concentró cada vez más en la fundación de su padre. Fue tal vez ese giro el que hizo que George Soros se fijase en su perfil en detrimento del que hasta hacía poco sonaba como el futuro heredero, que era el medio hermano de Alex, Jonathan, nacido del primer matrimonio del fundador.

Alex Soros se ha quejado en más de una ocasión de que su padre fue una figura ausente durante su infancia y adolescencia -decía que su cabeza estaba en Wall Street aunque estuviera físicamente con sus hijos-, pero la relación entre ellos comenzó a mejorar justamente tras el divorcio de sus padres.

Tanto que George se ha ido apoyando cada vez más en Alex, al tiempo que este ha dejado atrás su perfil “fiestero”; actualmente, y más allá de la filosofía y la política, solo hay una frivolidad que se permite: el fútbol americano, y más precisamente el equipo New York Jets del que es un fan confeso.

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