Washington, 7 oct (EFE).- Johannes Vermeer era considerado hasta ahora un artista que trabajaba en solitario. Una afirmación que la National Gallery of Art de Washington rebatió este viernes al revelar que “Girl with a flute”, atribuida al pintor neerlandés, fue creada en verdad por otra persona de su entorno.
La falta de documentos que apuntaran a la existencia de un taller y de registros en el gremio sobre pupilos suyos habían llevado a esa conclusión prematura. Su reducida obra, de solo unos 35 cuadros reconocidos, contribuía también a que se viera improbable que tuviera estudiantes o asistentes.
Décadas de estudio llevaron a los expertos del museo estadounidense a afirmar que “Girl with a flute” (Muchacha con flauta) fue creada por alguien cercano a Vermeer (1632-1675): alguien que entendía su proceso de creación, pero que no llegó a dominarlo.
No se sabe quién es el verdadero autor. Pudo haber sido un alumno o aprendiz, un amateur adinerado que le pagó para recibir lecciones o incluso un familiar del artista, conocido igualmente por obras como “Girl with a pearl earring” (1665-1667).
“Girl with a flute” (1669) es uno de los cuatro cuadros de Vermeer o atribuidos a él que la National Gallery of Art tiene en sus manos, junto con “Woman holding a balance” (1664), “A lady writing” (1665) y “Girl with the red hat” (1666/1667).
Cuatro joyas que son una de las principales atracciones del museo, lo que hacía difícil retirarlas de la colección temporalmente para analizarlas en detalle. La pandemia brindó la ocasión perfecta para analizar esos cuadros con las últimas tecnologías y llegar a las conclusiones ahora reveladas en la exposición “Vermeer’s secrets”, abierta hasta el 8 de enero.
Aunque “Girl with a flute” había sido atribuido hasta ahora a Vermeer, había detalles cualitativos importantes que mantenían la duda sobre su autoría.
Las fracturas en la capa superior de la pintura reflejaban que esta se había secado antes que la anterior, provocando esas grietas y evidenciando que el pintor en cuestión no dominaba cómo iban a reaccionar los materiales. El blanco usado se secó además con una textura rugosa, haciendo pensar igualmente que contenía demasiado óleo.
Algunos restos de cerdas del pincel muestran igualmente que ese autor desconocido dio brochazos bruscos o no controlaba bien sus instrumentos de trabajo.
“Estos son errores que un pintor experimentado como Vermeer no habría cometido”, recalcó este viernes en conferencia de prensa la comisaria y jefa del Departamento de Pintura del Norte de Europa, Marjorie Wieseman.
Una transición más brusca entre los colores, a diferencia de la sutileza de “Girl with a red hat”, su comparación más cercana, también confirmó las sospechas, mientras que el uso de pigmentos verdes en los tonos carne, algo habitual del neerlandés, subraya que conocía de cerca su trabajo.
“La idea de que tenía a alguien aprendiendo de él y a su lado en el estudio nos da una visión de él mucho más amplia como artista”, añadió Wieseman a EFE, para quien el descubrimiento de su museo abre nuevas posibilidades de estudio a la trayectoria del artista.
Teorías anteriores habían planteado que quizá Vermeer comenzó a pintar “Girl with a flute” y esa otra persona la acabó, pero los fallos detectados en las capas iniciales confirman de forma categórica a los expertos que no estuvo implicado de forma directa en ninguna parte del proceso.
La National Gallery of Art ha cambiado ya el cartel con el que lo expone. De atribuido a Vermeer a obra del estudio de Vermeer.
“Que todavía tengamos preguntas al respecto lo hace todavía mucho más excitante”, apunta la comisaria, que precisa que la modelo del mismo no está identificada pero que el objetivo del cuadro no era centrarse en la mujer, sino usarla como una figura a través de la cual estudiar el color y la composición.