Washington, 24 jun.- El Fondo Monetario Internacional (FMI) admitió este viernes que Estados Unidos tendrá dificultades para evitar la recesión, porque son muchas las incertidumbres que pueden provocar que la economía pase de la desaceleración a la caída.
“Somos conscientes de que para Estados Unidos el camino para evitar la recesión es angosto”, dijo la directora del Fondo, Kristalina Georgieva, en la presentación del informe sobre el artículo IV, que repasa la situación económica del país.
Aunque reconoció que EE.UU. se recuperó con fuerza tras la pandemia, Georgieva señaló que dicha remontada ha tenido efectos colaterales dañinos, empezando por la inflación y el encarecimiento energético, que, junto con otros problemas derivados de la invasión rusa de Ucrania o de la crisis de suministros, hacen que la situación sea “inevitablemente, más difícil”.
En cualquier caso, ante las preguntas de la prensa Georgieva no quiso dar por seguro que EE.UU. acabe cayendo en recesión y recordó que el mes que viene revisarán las estimaciones sobre el crecimiento del país.
Georgieva y el responsable del Fondo para el Hemisferio Occidental, Ilan Goldfajn, subrayaron la “fortaleza” que tiene la economía estadounidense para hacer frente a los escenarios adversos.
En el informe, el FMI reconoce que se espera una desaceleración de la economía estadounidense para el periodo 2022-2023, pero admite que el riesgo de recesión está ahí.
Habla por una parte de los problemas en las cadenas de suministro, que han persistido más de lo esperado, y por otra de nuevas inquietudes por la invasión rusa de Ucrania y los confinamientos en varias ciudades chinas por la pandemia.
Además, recuerda que la elevada inflación se ha convertido en un problema con riesgos sistémicos tanto para Estados Unidos como para la economía global.
Y aunque valora los bajos niveles de desempleo, el Fondo advierte de los problemas que ha habido en la recuperación de la fuerza laboral -con buena parte de los trabajadores sin intención de volver al mercado de trabajo tras la pandemia- y de otros efectos, como la fuerte subida de los salarios a la que recurrieron las empresas para captar empleo.
Por eso, recalca que la prioridad de la política económica de EE.UU. debe ser la “reducción” de los precios y de los salarios de forma “paulatina” para evitar que se “precipite” una recesión. “Será un objetivo complicado”, admite el FMI.
En la rueda de prensa, Georgieva señaló que reducir la inflación es la prioridad tanto del Departamento del Tesoro como de la Reserva Federal (Fed); y un objetivo que, como recordó, es sobre todo misión del banco central estadounidense.
“Confiamos en que la Fed será efectiva en la reducción de la inflación, permanecerá pendiente de los datos y, si las condiciones cambian, decidirá claramente qué política aplicar. Eso es importante no sólo para Estados Unidos, sino también para la economía mundial”, dijo la directora del FMI.
En cuanto a las políticas fiscales, tras recalcar su apoyo a la agenda económica de la administración estadounidense, consideró que las medidas económicas que se pongan en marcha deben ayudar a “remodelar” la economía, aliviar los problemas de suministro, incentivar la inversión y la innovación, y mejorar la fuerza laboral.
Lamentó que muchas de las decisiones del Gobierno estadounidense no hayan contado con el apoyo del Congreso, lo que para ella es una “oportunidad perdida”.
Georgieva animó a la Administración de EE.UU. a continuar implementando cambios en su política fiscal para facilitar la creación de empleo, mejorar los suministros y ayudar a los más desfavorecidos.
Entre las medidas que propone el informe están elevar los impuestos a grandes corporaciones y rentas más altas y reformar el sistema migratorio para garantizar la entrada de trabajadores cuando la economía lo requiera.
También sugiere ayudas para costear el cuidado de los menores y permitir a los padres la vuelta al trabajo, aprobar permisos pagados para cuidados familiares -como el de maternidad-, o mejorar los beneficios sociales y el acceso a la educación.
El informe menciona la necesidad de dirigir la economía hacia la neutralidad de las emisiones contaminantes y considera insuficientes las políticas vigentes, por lo que ve necesario que los incentivos industriales tengan en cuenta la eficiencia energética.