Miami, 6 oct (EFE).- El consagrado escultor costarricense Jorge Jiménez Deredia, a punto de inaugurar en Miami una exposición de 14 grupos escultóricos de gran tamaño, dice a EFE que la esfera, el leitmotiv de su obra, representa “la integración de contrarios” y a la vez explica el singular proceso histórico de su país.
El primer escultor latinoamericano en colocar una obra en la Basílica de San Pedro reside desde hace décadas en Italia, un país que le ha dado “tantísimo”, pero desde el punto de vista de las ideas está vinculado a Costa Rica, donde nació hace 68 años.
“Mi motivo de inspiración fundamental son las esferas en piedra de la cultura boruca”, subraya para explicar las obras de la exposición “Un puente de luz”, que presentará a partir del 12 de octubre en el parque Maurice A. Ferré y que han llegado a Miami por barco desde los dos países fundamentales en su vida.
Jiménez Deredia destaca por su capacidad de fusionar la tradición clásica escultórica con elementos precolombinos y hacer así un cruce cultural, artístico y plástico entre el Viejo y el Nuevo Mundo, dice un texto de presentación de la exposición.
ITALIA Y LA MATERIA DE SU OBRA
En Italia, adonde llegó con una beca, estudió Bellas Artes y Arquitectura y empezó a tallar sus esculturas en “estatuario”, el mármol de Carrara que usaron Miguel Ángel y otros grandes escultores, el único material junto con el bronce que utiliza.
“Yo no hago ni escultura abstracta ni escultura figurativa. Yo hago grupos escultóricos donde hay formas que se van transmutando de la abstracción a la parte figurativa”, subraya en una conversación abundante en citas de filósofos como Heráclito y Kant.
Las génesis, como denomina a los grupos escultóricos, “se inician normalmente o con un círculo o con una esfera y se va transmutando como una película a través de imágenes hasta llegar a la figura femenina”, explica.
Presentada por Bayfront Park Management Trust y el Museo de la Diáspora Cubana y abierta hasta marzo de 2023, “Un puente de luz” reúne grupos escultóricos creados en los últimos 10 años, algunos de 8 metros de largo y con su figura principal de 2,20 metros de alto y la menor de 1,20 metros, dice Jiménez Deredia.
COSTA RICA, LA ESFERA Y LA “NO CONQUISTA”
Según señala el escultor, cuyo nombre artístico es Jiménez Deredia, gran parte de su trabajo ha sido decodificar el mensaje de las esferas para así poder entender la cosmología de la llamada cultura intermedia, extendida por Colombia, Costa Rica y Panamá, pero también se ha ocupado de renovar el símbolo.
“No tiene que ver nada ni con la cultura maya, ni la cultura mesoamericana y mucho menos con la cultura incaica o andina”, dice de la cultura intermedia, que -asegura- “creó una forma de génesis completamente diferente que determinó el proceso evolutivo identitario de Costa Rica”.
Ganador entre otros muchos galardones del Premio Fray Angélico (1999), concedido por el Vaticano, el escultor cree que, a través de la esfera, que “implica una serie de cosas que tienen que ver con la inclusión y no con la expansión”, puede explicarse, por ejemplo, porqué en Costa Rica se pudo eliminar el Ejército en 1948.
Pero antes de eso hay que remontarse “al proceso histórico que se dio en Costa Rica” durante la conquista de América por los españoles, diferente al de otros países de Latinoamérica, subraya.
Los españoles encontraron una estructura piramidal en Mesoamérica y en Suramérica y “cortaron la cabeza de esa estructura y mantuvieron la misma estructura piramidal”.
Pero, “Costa Rica tenía un sistema de cacicazgo, no tenía grandes ciudades, tenía un sistema completamente horizontal y la conquista no se produjo”, señala el artista.
La independencia (1821) también fue diferente -“no fue cruenta”- y, a su juicio, esa falta de “secuelas” determina que “Costa Rica no tenga un Ejército, que Costa Rica sea un país donde las garantías sociales desde 1800 (el siglo XIX) vienen garantizadas”.
SÍMBOLOS Y POLVO DE ESTRELLAS
Sobre su interés por el simbolismo, dice que los seres humanos funcionamos para entender el mundo a través de símbolos, que son un elemento de reflexión para poder entender la totalidad de la experiencia.
“Esos símbolos necesitan ser renovados para adaptarse a cada momento de la sociedad”, agrega.
Con sus obras, como la enorme escultura de 5,35 metros dedicada a San Marcelino de Champagnat, el fundador de la Congregación de los Hermanos Maristas, que desde 2000 está situada en uno de los nichos exteriores de la cúpula de San Pedro, Jiménez Deredia se propone narrar dos conceptos: uno de tiempo y otro de espacio.
“Cuando nace nuestro universo, nacen el tiempo y el espacio y nosotros venimos de ahí: nosotros somos polvo de estrellas en transmutación”, subraya.
“Es parte de mi filosofía de vida que nuestro viaje no inicia cuando nosotros nacemos y no termina cuando nosotros morimos. Nosotros traemos en nuestros genes la memoria de todo el proceso cósmico y del proceso histórico”, concluye.
Ana Mengotti