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El Bosque, la primera comunidad de refugiados climáticos de México

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El Bosque (México), 4 sep (EFE).- En el estado petrolero de Tabasco, en el sureste de México, los habitantes de la comunidad pesquera de El Bosque fueron reconocidos como los primeros refugiados climáticos de la historia del país, después de que el mar “se comiera” más de un kilómetro y medio de costa y llegara a sus hogares, hasta no dejarles otra opción que reubicarse, advierten este jueves a EFE.

En 2007, cuando la planta petrolífera Kab-121 explotó y vertió sobre las costas tabasqueñas toneladas de crudo, las 151 familias de la comunidad de El Bosque fueron contratadas por los servicios medioambientales para recoger las enormes cantidades del viscoso líquido que infestaban las aguas donde siguen pescando camarones y peces.

Fue entonces cuando los habitantes de la localidad se dieron cuenta de que “el mar se acercaba”.

“Nosotros casi no visitábamos el mar; visitábamos más el río porque estaba más cerca. El mar nos quedaba a 20 minutos caminando, como a un kilómetro y medio”, recuerda Guadalupe Cobos Pacheco, portavoz de la comunidad.

“Cuando estuvimos recogiendo el crudo, nos dimos cuenta de que algunos árboles ya no existían; eran árboles que tenían muchos años y así empezó a comernos la costa, y de ahí le tocó a nuestras viviendas”, afirma la mujer.

El imparable flujo del agua hizo que en 2017 el mar derrumbara las casas de la primera línea del pueblo y, año tras año, se fuera llevando la escuela, la tienda de más de treinta años de la madre de Guadalupe o las casas de la cuarta fila del pueblo.

En 2019, se dieron cuenta de que “aquí pasaba algo” y en 2021, con la ayuda de asociaciones ambientalistas y científicos, la comunidad comprendió que lo que vivían era una “erosión costera acelerada” derivada del cambio climático y la presencia varias plantas petrolíferas a escasos kilómetros del litoral.

La principal hipótesis de organizaciones como Greenpeace México se basa en que la construcción de un conducto subacuático, del que no se tienen registros, para transportar el petróleo desde las plantas petroleras a las refinerías, modificó las corrientes atlánticas y aceleró la erosión.

Un desplazamiento improvisado

Desde la izquierda, el ambientalista de Greenpeace México, Pablo Ramírez; la directora de Nuestro Futuro AC, Nora Cabrera; la portavoz de la Comunidad de 'El Bosque', Guadalupe Cobos; la desplazada climática no reconocida por el gobierno mexicano en Cuajinicuilapa, Aleida Violeta, y la experta en desplazamiento climático, Armelle Gouritin, participan durante una conferencia de prensa este miércoles, en el municipio de Centla, estado de Tabasco (México). EFE/ Mario Guzmán

Ahora, a las afueras del municipio de Frontera, en “El Nuevo Bosque”, ubicado a doce kilómetros, 51 familias de las más de sesenta han sido realojadas en pequeñas casas.

Durante más de dos meses, los habitantes vivieron a la luz de las velas, hasta que llegó la electricidad, al igual que el agua, que se consiguió gracias a los pozos que hicieron los propios desplazados para acceder al recurso.

Al drama medioambiental se suma el personal que sufren habitantes como Araceli Coto, madre de dos hijas y viuda después del atropello de su marido cuando llevaba a una de las menores a la escuela.

“Ahora me toca trabajar, luchar y viajar hasta la barra de El Bosque con los pescadores para seguir adelante”, afirma Coto, mientras lamenta que no recibe ninguna ayuda por parte de las autoridades.

Su hija, Areli, que todavía va a la escuela, se preguntaba por qué se habían mudado, dudas que se repetían entre los catorce niños que acuden a la escuela, ubicada en la carrocería de un camión y que Isabel Mallo, la única maestra de la comunidad, también intenta responder.

“Fue doloroso porque se perdió todo lo que habíamos logrado (…). Ahora hay niños que tienen que ayudar a sus papás a trabajar porque viven de la pesca. Cuando hay eso, muchos niños faltan”, señala la profesora.

Las asociaciones ambientalistas Greenpeace y Nuestro Futuro AC presentaron esta semana, junto con los vecinos de El Bosque, la primera propuesta comunitaria de política pública en México para atender el desplazamiento climático, al exigir mecanismos de prevención, reubicación planificada y justicia climática con enfoque en derechos humanos.

Esta iniciativa marca un precedente histórico, al visibilizar la vulnerabilidad de millones de personas y exigir al Estado que integre el tema como prioridad en los principales instrumentos de política climática nacional.

Según los expertos, para 2050, en el peor de los escenarios, 3,1 millones de mexicanos se tendrán que desplazar de manera interna en el país debido a las consecuencias del cambio climático.

Alberto Isidoro, toca guitarra en su casa en "El Nuevo Bosque" este miércoles, en el municipio de Centla, estado de Tabasco (México). EFE/ Mario Guzmán

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