Washington, 11 jun (EFE).- Tras casi cuarenta años dedicado a proteger a los pingüinos, el biólogo argentino Pablo García Borboroglu fue nombrado explorador del año 2025 por la revista National Geographic, un galardón que siente que “pone luz” a una labor crucial para el planeta.
“Los pingüinos tienen un rol ecológico muy importante en sus ambientes, cuando los protegemos, protegemos a muchas otras especies. Por eso, cuidar a los pingüinos es cuidar de nuestro planeta”, dijo García en una entrevista con EFE en Washington, ciudad a la que viajó para recibir el premio.
García (Mar del Plata, 1969), también conocido como 'el señor de los pingüinos', explica que las historias que le contaba su abuela sobre la costa argentina le hicieron estar siempre muy concienciado con el medio ambiente. De hecho, fue en su adolescencia cuando creó por primera vez un proyecto para salvar a estos animales.
“Yo estaba muy preocupado por los derrames de petróleo en el mar, donde yo vivía morían 40.000 pingüinos al año. Así que, después de uno de los vertidos más grandes creé un centro de rehabilitación que llamó la atención de la prensa y ayudó a mover a los petroleros lejos de la costa y reducir el número de muertos a 20”, recuerda.
Tras este “gran éxito de conservación” se dio cuenta de que debía hacer algo más y, una vez terminó su doctorado en Biología, fundó Global Penguin Society, una organización internacional, de la que es presidente y consejero delegado, que protege a 18 especies de estas aves del planeta.
Nombrado ahora como explorador del año por National Geographic, siente que el premio “pone luz y legitima” el trabajo que lleva décadas desarrollando desde la Patagonia y sirve de altavoz para concienciar a más gente.
“Somos ocho mil millones de personas en el planeta. Si cada uno hace algo, por pequeño que sea, el impacto colectivo es tremendo. La gente tiene que reconocer el poder que tiene para cambiar el destino del planeta”, apunta.
“El impacto positivo de la conservación”

El biólogo defiende “el impacto positivo” de las acciones de conservación a pesar del auge de los discursos negacionistas con el cambio climático como los del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, o el de su país natal, Javier Milei.
“Los momentos adversos están para fortalecerse justamente, no para darse por vencidos. Aunque no lo veamos, el sol siempre está. Hay que ser siempre optimista. Yo soy optimista en mi trabajo porque he visto con mis propios ojos las consecuencias”, defiende.
Según cuenta, ha trabajado en colinas que estaban casi destruidas en las que había 12 pingüinos y ahora tienen más de 8.000: “Cuando nos comprometemos en cuidar lo que nos importa, conseguimos un impacto muy fuerte en el planeta”, comenta.
Con su entidad, además de “proteger 32 millones de acres de hábitat” de estos animales, ha desarrollado programas educativos destinados a miles de jóvenes en Sudamérica y en África, entre otros, para que conozcan los pingüinos que tienen cerca y para crear conciencia climática.
“Es muy positivo porque al final las personas concienciadas van a ser algún día la mayoría del planeta y votarán por personas que muestren interés por estos aspectos”, apunta.
Celebridades en el océano

Entre las campañas que está desarrollando actualmente, tiene una en la que han convertido un proyecto científico en una pasarela de famosos: 'Celebridades en el océano'.
Está pensada para seguir a veinticinco pingüinos a través de transmisores satélites en su travesía migratoria de 8.000 millas, desde la Patagonia (Argentina) hasta Brasil, para concienciar del desafío que supone para ellos. Pero para hacerlo más atractivo, les han bautizado con nombres de famosos, como Taylor Swift, Leonardo DiCaprio, Roger Federer, o Messi.
“La gente se conecta y cuando uno ve todo ese esfuerzo por nadar, atravesando países, se pregunta: ¿cómo no vamos a hacer algo, aunque sea pequeño, por estos animales?”, dice.
Trabajan también en otro proyecto junto a la Universidad de Ottawa (Canadá) y otros grupos de Nueva Zelanda para investigar sobre una especie que vive a cuatro días a nado de este último país y de la que no se sabe nada.
“Conocemos más de otro planeta que de nuestro propio océano”, asegura.