Washington, 6 sep (EFE).- Irán, China y, sobre todo, Rusia, son los tres países que están intentando influir en las elecciones presidenciales estadounidenses del próximo noviembre con una serie de campañas de descrédito y desinformación para perjudicar la imagen de Estados Unidos y de sus candidatos.
“Los tres grandes actores de influencia extranjera, Rusia, Irán y China, están tratando, en alguna medida, de exacerbar las divisiones en la sociedad estadounidense para su propio beneficio y ven los períodos electorales como momentos de vulnerabilidad”, denunció este viernes en una llamada con medios un oficial de la oficina de la Directora Nacional de Inteligencia (ODNI, en inglés).
Faltan dos meses para que los estadounidenses elijan quién será su presidente, si la demócrata Kamala Harris o el republicano Donald Trump. A medida que se acerca el 5 de noviembre, apuntó dicha fuente, se observa que “los actores extranjeros están intensificando sus esfuerzos de influencia electoral”.
Este oficial de Inteligencia quiso dejar claro la diferencia entre influencia e interferencia. Esta última consiste en degradar o interrumpir la capacidad de Estados Unidos para celebrar elecciones y por el momento no se ha observado que ningún actor extranjero busque interferir en la realización de las elecciones de 2024.
“Consideramos que sería difícil para un actor extranjero manipular los procesos electorales a una escala lo suficientemente grande como para afectar el resultado de las elecciones federales sin ser detectado”, apuntó.
Sin embargo, sí se están detectando numerosas acciones que buscan influir en los comicios, especialmente mediante herramientas cibernéticas para recopilar información que les ayuden a adaptar sus mensajes de influencia a determinadas audiencias estadounidenses o para avergonzar o denigrar a candidatos concretos mediante filtraciones.
Los tres grandes actores de influencia extranjera son Rusia, Irán y China, quienes buscan amplificar temas controvertidos y abogan por una retórica que pretende dividir a los estadounidenses y hacer parecer débil al sistema democrático estadounidense.
De los tres países, Rusia es la amenaza más preeminente y activa para las elecciones de este año, debido principalmente a su guerra contra Ucrania y al apoyo incondicional que le ha dado el presidente, Joe Biden, a su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski.
Todo ello en correlación con los objetivos de política exterior más amplios de Moscú que buscan debilitar a Estados Unidos y socavar el apoyo de Washington a Kiev.
Para revertir esto, esta semana el Gobierno estadounidense anunció una serie de sanciones contra medios de comunicación rusos, como el canal de televisión RT, y contra varios periodistas por participar en una supuesta campaña orquestada por el Kremlin para influir en las presidenciales estadounidenses.
En cuanto a Irán, el país dirigido por Masoud Pezeshkian está haciendo “un mayor esfuerzo que en el pasado para influir en las elecciones de este año”, señaló la fuente de Inteligencia, aunque sus tácticas y enfoques son similares a los de ciclos anteriores.
Teherán también ha buscado acceso cibernético a personas con vínculos directos a las campañas de ambos partidos políticos y también está llevando a cabo operaciones encubiertas en las redes sociales utilizando personas falsas e inteligencia artificial para ayudar a publicar artículos de noticias no auténticas.
China, por su parte, se centra en influir en las elecciones de menor rango en lugar de hacerlo en la carrera presidencial y para ello lleva tiempo entablando relaciones con funcionarios y entidades estadounidenses a nivel estatal y local.
La fuente del ODNI destacó además que se está viendo que varios países “más allá de estos tres actores” están considerando actividades que, como mínimo, “ponen a prueba los límites de la influencia electoral”, entre ellas “presionar a figuras políticas para tratar de ganarse su favor en caso de que sean elegidas para un cargo”.
El próximo 5 de noviembre los estadounidenses elegirán al presidente del país, a 35 miembros del Senado, a los 435 miembros de la Cámara de Representantes, a trece gobernadores y a decenas de cargos estatales y locales.