Washington, 7 jul (EFE).- El envío de bombas de racimo a Ucrania por parte de Estados Unidos, anunciado este viernes por el Gobierno de Joe Biden, servirá para asegurar el suministro de artillería en toda la coalición que apoya a Kiev, defendió el subsecretario de Defensa para Políticas estadounidense, Colin Kahl.
“Esta decisión asegurará que podemos mantener nuestro apoyo a Ucrania llevándonos a un punto en el que producimos suficiente munición de artillería cada mes en toda la coalición”, explicó durante una rueda de prensa.
El subsecretario dijo además que el Gobierno estadounidense no ve el envío de bombas de racimo como una solución definitiva, sino como un “puente” mientras EE.UU. y sus aliados europeos aumentan su producción de munición de 155 milímetros, ampliamente utilizada por los sistemas de artillería de la OTAN.
El Pentágono confirmó este viernes que enviará un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania que incluirá bombas de racimo, además de misiles para defensa aérea, sistemas antiaéreos Stinger y munición para los sistemas antiaéreos Patriot, entre otras cosas.
Por su parte, el secretario de Estado, Antony Blinken, detalló en un comunicado que el paquete de ayuda está valorado en 800 millones de dólares, y destacó que las bombas de racimo proporcionadas por EE.UU. son “altamente efectivas y seguras”.
Blinken recordó que la guerra en Ucrania es elección de Rusia, y que podría acabar en cualquier momento si el Kremlin decide retirar a sus fuerzas del territorio.
Según datos del Departamento de Defensa, el envío de este paquete elevará hasta los 41.300 millones de dólares (37.650 millones de euros) el montante total de asistencia militar que Washington ha enviado a Kiev desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022.
Kahl defendió que las bombas de racimo que enviarán a Ucrania tienen una tasa de fallo inferior al 2,35 %, y aunque no dio números concretos dejó claro que EE.UU. cuenta con “cientos de miles” de este tipo de municiones en su arsenal.
Por contra, criticó que las bombas de racimo que Rusia lleva utilizando desde que comenzó la invasión tienen tasas de fallo de entre el 30 y el 40 %.
El dato es clave ya que la principal razón por la que tanto organizaciones internacionales como más de un centenar de países se oponen al uso de este tipo de armamento es que el proyectil dispersa una gran cantidad de submuniciones explosivas y que muchas de ellas no explotan y acaban enterradas en el suelo, donde pueden herir a civiles mucho después del final de una guerra.