Nueva York, 24 abr (EFE).- Una versión radicalmente contemporánea de Lucia de Lammermoor, una de las óperas más representadas del repertorio de Gaetano Donizetti, triunfó hoy en su estreno en la MET Ópera de Nueva York, donde el público le dedicó varios minutos finales de aplausos, y principalmente a la protagonista latina, Nadine Sierra, quien tuvo una actuación portentosa.
En lugar de las tierras altas de Escocia en la que transcurre la trama original de la ópera (estrenada en 1835), el director de escena Simon Stone imaginó un escenario de ahora mismo en un lugar anónimo del medio oeste de Estados Unidos, en el que los personajes interactúan con conversaciones de Facebook, se toman selfis y se envían sin cesar mensajes con sus celulares.
La tragedia con la que termina la obra se masca desde el principio en ese poblado golpeado por la depresión y lleno de todos los detalles que pueblan el imaginario del desvaído sueño americano: un motel barato, el cine drive-in, una tienda de empeños, una pequeña iglesia, un columpio abandonado y una farmacia abierta las 24 horas donde los habitantes se procuran todo tipo de drogas legales.
Lucía (Nadine Sierra), de hecho, no es víctima de una simple locura de amor -tan abundantes en las óperas del XIX-, sino que está enganchada al Oxycontin, el potente opioide que ha creado millones de adictos en Estados Unidos y que le hace tener alucinaciones en las que confunde a los vivos con los muertos.
Uno de los hallazgos más atrevidos de esta versión, y que tuvo buena acogida por parte del público neoyorquino, fue partir el escenario en dos mitades y dedicar la de arriba a imágenes de vídeo donde se recogen conversaciones de Facebook, ensoñaciones de Lucía o chats telefónicos, mientras abajo transcurre la acción principal.
Nadine Sierra dijo a Efe que su actuación en esta ópera -que ya ha representado al menos seis veces en otras versiones- supuso para ella todo un reto no solo por la “radicalidad” de su puesta en escena, sino también porque le exigía desplegar, más allá de sus dotes técnicas, unas cualidades de actriz para pintar un personaje creíble con el que el público tiene que identificarse.
Y frente a los trajes de época a los que está más habituada en el escenario, la soprano apareció hoy vestida con jeans agujereados y con leggins, además de largos aros en las orejas, mientras que su enamorado Edgardo (el mexicano Javier Camarena, también muy aplaudido) se viste con sudaderas y anchos pantalones al estilo de un joven cualquiera.
Edgardo trabaja en una franquicia de comida rápida con pocos clientes, pero para poder casarse con Lucía necesita más dinero y se enrola en el ejército, donde es enviado a una guerra sin nombre en la que está embarcado su país, y cuando regresa por sorpresa -vestido aún con su uniforme militar- se encuentra con que Lucía está celebrando su boda que le ha sido impuesta con un hombre elegido por la familia de ella.
Ahí comienza una tragedia donde mueren varias personas y que representa la negativa de una mujer a someterse al destino impuesto por su familia y su sociedad, un tema más contemporáneo que nunca.
Pero lo que el público aplaudió con más fervor fue, además de la propuesta contemporánea de Stone, la amplia gama de registros que la soprano Sierra supo sacar al personaje de Lucia, de enormes matices y que se ponen de manifiesto sobre todo en aria de “Il dulce suono”, de gran complejidad y que la soprano de 33 años demostró dominar a la perfección.
Y aunque la sordidez del escenario, la injusticia en la que vive Lucía y la tragedia con que termina la obra no invitan al optimismo, hay pese a todo momentos de gran belleza gracias sobre todo a la música de Donizetti. Para Sierra, se debe sobre todo a que es una obra muy humana, porque “ser humano no es solo la inocencia y la hermosura, sino también lo esencial, lo sucio y lo sexual”.
Y el público pareció entenderlo de la misma manera.