Cada mañana, mientras la ciudad de Austin apenas despierta, una chispa de alegría, ocurrencias y corazón comienza a encender el aire en la radio. Son las voces de “Conejo y Chilanga”, el carismático dúo que conduce el popular programa matutino de La Raza 95.1 FM / 104.9 FM.
Detrás de los micrófonos están Osvaldo y Melissa Pérez, quienes son pareja dentro y fuera de la radio. Se conocieron en el mundo de la comunicación hace casi 20 años y aunque al inicio no se cayeron bien, el tiempo los unió y hoy son un testimonio de amor, fe, trabajo en equipo y servicio a la comunidad.
“Conejo y Chilanga ha crecido con nosotros. Hemos visto la mano de Dios en todo momento”, asegura Melissa. Su historia ha estado marcada por desafíos personales y profesionales, pero también por puertas que se abrieron justo cuando parecía que todo se cerraba.
FAMILIA AL AIRE
Lejos de ser una rutina sencilla, las mañanas de esta familia comienzan desde muy temprano, a eso de las 3 de la madrugada, uno a uno va despertando. “No hay salida. Hasta que nos dormimos, ya que se apagan los niños, ya… luces afuera”, cuenta Osvaldo entre risas. Su jornada no termina cuando apagan el micrófono; después del show, continúan con entrevistas comunitarias, juntas de programación, grabaciones y la vida familiar.

Además de ser los presentadores del conocido show radial, él es asistente de programación en la radio y ella es la Especialista en Extensión Comunitaria del Grupo Norsan Media. Entre una y otra tarea, también hay que ir por los niños a la escuela, preparar entrevistas, editarlas y convivir en familia.
Aunque comparten el mismo espacio laboral, combinar familia y trabajo no ha sido fácil. “A veces surgen cosas en la escuela, y estás al aire y (mientras) ella está hablando por teléfono, yo tengo que lidiar con el tema… y córrele, ve a ver”, recuerda Osvaldo, ejemplificando lo que es ser padres presentes de 4 hijos y locutores comprometidos al mismo tiempo.
PRINCIPIOS
En 2021 vivieron uno de los momentos más difíciles a nivel profesional. Fueron despedidos de su anterior emisora por negarse a cambiar la esencia de su programa. “Nos dijeron: lo único que queremos es sexo, alcohol y rock and roll… pero eso no va con nuestros principios”, relata Chilanga.
La salida, aunque dolorosa, los condujo a una nueva oportunidad en Norsan Media, donde encontraron libertad creativa y espiritual. “Aquí no tenemos ninguna restricción para compartir la palabra de Dios… arrancamos el programa con oración, pidiendo por nuestros radioescuchas”, dice con gratitud Melissa.
PROPÓSITO
Conejo y Chilanga no solo entretienen, también informan y acompañan. Uno de los momentos más impactantes fue cuando el FBI los buscó para transmitir un mensaje en busca de un fugitivo. “Llegaron los agentes y nos dijeron: su programa es muy escuchado y hay alguien que buscamos desde el 86… sabemos que los escucha”, recuerda Osvaldo. Sorprendentemente, dos semanas después, lograron capturarlo gracias a ese mensaje al aire.
Más allá de anécdotas extraordinarias, ellos valoran lo cotidiano: los mensajes de los oyentes, las frases que sus hijos repiten del programa, y el saber que están en el corazón de la comunidad. “Dios nos ha llevado a ser el número uno, no por alardear, sino porque estamos en el gusto de la gente… y eso nos ayuda a seguir adelante”, comparte Melissa.
SUEÑOS

Cuando se les pregunta por sus sueños, no hablan de fama ni de premios. “Que nuestra raza tenga papeles. Que puedan regresar a su tierra, disfrutar el olor a la tierra, su comida”, dice Melissa con emoción, pues ellos al igual que sus radioescuchas son inmigrantes que conocen de sus anhelos y sus retos.
Como familia, su anhelo es seguir unidos: “Que nuestros hijos sigan en caminos correctos, que estudien, que sean profesionales y que sigamos creciendo como familia”, agrega Osvaldo.
A sus 43 y 44 años, Conejo y Chilanga tienen claro que su misión no es ser estrellas, sino en puentes para servir. “No somos perfectos ni pretendemos serlo. Solo somos un instrumento de Dios”, concluye Chilanga.