Miami, 11 abr (EFE).- El condenado a muerte Louis Bernard Gaskin, de 56 años, se encuentra a la espera de conocer si la apelación que remitió a la Corte Suprema de EE.UU. impedirá que mañana, miércoles, sea ejecutado en un centro penitenciario de Florida por un doble homicidio que cometió en 1989.
Hasta este martes, Gaskin, a quien se le conoce como el “ninja asesino” (“ninja killer”), todavía no había recibido respuesta de la máxima instancia judicial del país sobre la apelación remitida el pasado jueves, el mismo día que el Supremo de Florida rechazó el pedido para que se suspenda su ejecución por inyección letal, prevista para las seis de la tarde, hora local (22.00 GMT).
De acuerdo al diario The Daytona Beach News-Journal, en el escrito remitido al juez de la Corte Suprema Clarence Thomas, el abogado de Gaskin, Eric Pinkard, afirmó que al jurado nunca se le presentó “evidencia atenuante profunda y convincente” y que los tribunales estatales han impedido una revisión adecuada del caso.
El pedido del abogado se da luego de que el Supremo estatal diera a conocer que, entre otras cosas, apoyaba la decisión del juez de distrito Terence Perkins.
Ese magistrado había denegado la celebración de una nueva audiencia en la que se recabase el testimonio de un experto en salud mental, en vista de que la cuestión se había abordado ya durante el proceso judicial y los propios abogados de Gaskin evitaron en su momento llamar a un profesional en ese campo.
Tal como recoge el diario, el máximo tribunal floridano desestimó también el reclamo de la defensa sobre una “parcialmente inconstitucional” sentencia de muerte, en vista de la falta de unanimidad en la recomendación del jurado (8 a favor de la ejecución y 4 en contra) y que un magistrado atendió.
Desde 2017, en Florida se requiere unanimidad del jurado para que un juez dictamine la pena de muerte, lo cual va en línea con lo que establece la Corte Suprema de EE.UU., que considera inconstitucional la condena por mayoría simple, como ocurrió con Gaskin.
El Supremo de Florida señaló que en este caso no era aplicable un criterio retroactivo del fallo conocido como Hurst, que fue el que llevó a la obligatoriedad de la unanimidad del jurado para la pena capital en este estado, donde en la actualidad hay más de 300 condenados en el “corredor de la muerte”.
Gaskin fue sentenciado a la pena de muerte por asesinar el 20 de diciembre a Robert Sturmfels, de 56 años, y Georgette Sturmfels, de 55, a quienes disparó con un rifle en el domicilio de las víctimas, ubicado en el condado de Flagler, en el noreste del estado.
También fue condenado por intento de asesinato a una pareja y por robo a mano armada, crímenes ocurridos el mismo día de los hechos.
La prensa local lo apodó “ninja killer” (“el ninja asesino”) porque vestía indumentaria negra de ninja al momento de cometer los crímenes.
La Policía encontró en el domicilio de Gaskin, quien confesó ser el autor de los asesinatos, dinero, joyas y objetos que habían sido robados del domicilio de las víctimas y que pretendía dar como regalos de Navidad a su novia de entonces.
De no prosperar la apelación en el Supremo de EE.UU., la ejecución de Gaskin será la segunda del año, tras la inyección letal que se le aplicó el pasado 23 de febrero a Donald Dillbeck, de 59 años, en la Prisión Estatal de Florida.
La orden de ejecución, firmada el pasado mes por el gobernador estatal, el republicano Ron DeSantis, ha merecido el pedido de la Conferencia de Obispos Católicos de Florida (FCCB, en inglés) para que se suspenda la “innecesaria” ejecución de Louis Gaskin y se le conmute la sentencia a cadena perpetua sin libertad condicional.
“Quitarle la vida al señor Gaskin no restaurará la vida de las víctimas. Más bien, el asesinato premeditado y sancionado por el estado no respeta la santidad de toda vida humana y perpetúa el ciclo de violencia y venganza”, señaló Michael Sheedy, director ejecutivo de la FCCB, en una carta enviada al gobernador DeSantis el pasado 31 de marzo.
Diferentes diócesis católicas de Florida han organizado para mañana miércoles diferentes vigilias y jornadas de oración, tanto para Gaskin como para sus víctimas y familiares, así como para pedir por el fin de la imposición de la pena de muerte.