Washington, 17 oct (EFE).- El programa de misiles hipersónicos de China se está desarrollando con tecnología estadounidense, pese a que muchos componentes están en la lista de EE.UU. que prohíbe determinadas exportaciones al gigante asiático, según una investigación publicada por el diario The Washington Post.
De acuerdo al rotativo, los grupos de investigación militares chinos que están desarrollando ese programa habrían comprado productos tecnológicos de EE.UU., entre los que figuran algunos fabricados por compañías que habrían recibido millones de dólares en contratos con el Pentágono.
Esos productos, como material de software estadounidense, acaba en manos de empresas privadas chinas, que a su vez lo venden a organizaciones castrenses de su país, pese a los estrictos controles que EE.UU impone a sus exportaciones para evitar la venta o reventa de sus bienes a países o entidades extranjeras que considera que amenazan su seguridad nacional.
Para elaborar esta investigación The Washington Post ha entrevistado a científicos que trabajan en academias militares chinas y en compañías privadas, que han apuntado que la tecnología estadounidense, como por ejemplo el software especializado de ingeniería aeronáutica, cubre las brechas que tiene China en este campo.
Uno de esos científicos chinos, que trabaja en un laboratorio universitario donde se prueban vehículos hipersónicos, indicó al periódico que la tecnología estadounidense es “superior” y que su país depende para determinadas cosas de productos tecnológicos extranjeros.
El Post ha logrado rastrear más de 300 ventas desde 2019 de tecnología originada en EE.UU. a docenas de entidades implicadas en el programa de misiles hipersónicos de China, analizando los contratos de licitación y hablando con seis científicos chinos que operan en laboratorios castrenses y universidades de su país.
Actualmente, ambas potencias, que se disputan la hegemonía mundial, se encuentran en una carrera para desarrollar programas de armas hipersónicas.
De la mano de esos programas se pueden crear misiles con una velocidad cinco veces la del sonido, que puede pasar desapercibidos por los radares y las defensas de otros países.