San Juan, 30 may (EFE).- La Comunidad del Caribe (Caricom) afirmó este jueves que la designación de Garry Conille como primer ministro de transición en Haití es “otro importante paso adelante en el camino de elecciones libres y justas” en el país.
Según el comunicado de Caricom, la elección unánime de Conille por el Consejo Presidencial de Transición el pasado martes es también un paso necesario para “el retorno al orden constitucional en Haití”.
“Consciente de que aún quedan muchos desafíos por delante, Caricom expresa su respaldo al nuevo primer ministro designado y reitera su compromiso de apoyo al Consejo Presidencial de Transición y al pueblo de Haití”, señaló la nota.
La organización regional, que ha mediado entre las partes haitianas, indicó que espera con interés “la pronta finalización del proceso para establecer oficialmente las instituciones de gobernanza de transición”.
Esto conforme al acuerdo del 11 de marzo pasado, que fue fraguado con la ayuda de Caricom y otros socios internacionales.
Caricom, de la que Haití es miembro, elogió, asimismo, al Consejo Presidencial de Transición por “anteponer los intereses del país y del pueblo de Haití a todo lo demás”.
“Este seguirá siendo un objetivo primordial a medida que siga avanzando en el restablecimiento de la seguridad y en el establecimiento de las instituciones críticas y ampliamente representativas necesarias”, concluyó la organización caribeña.
Conille, quien ya fue primer ministro de Haití unos meses entre 2011 y 2012, durante el mandato de Michel Martelly, se declaró ayer “muy honrado” por su designación al cargo.
Desde enero de 2023, era el director regional del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para América Latina y el Caribe.
A finales de abril, el grupo mayoritario en el Consejo Presidencial de Transición designó como primer ministro al extitular de Deportes Fritz Belizaire, pero esta decisión unilateral provocó una crisis en la institución que obligó a abrir un proceso para recibir candidaturas al cargo.
Haití vive una aguda crisis social, política y económica y una espiral de violencia a mano de las bandas armadas, que solo el año pasado causó unas 8.000 víctimas y que se ha agravado desde finales de febrero pasado.